jueves, 17 de marzo de 2022

La convivencia como prioridad.


Conozco al autor desde que empezó a participar en las tertulias de la cadena SER. En un momento dado entraron varios contertulios nuevos y fue Corredor el que más me sorprendió. Me gustaron de él varias cosas: era tranquilo, daba mensajes claros y mesurados, respetaba los turnos de palabra sin interrumpir y era progresista (por cierto, qué pena da lo que está sucediendo con este concepto “gracias” a VOX). Luego volveré sobre las tertulias.

Cuando vi su libro en la librería, con un título además tan atractivo no dudé, en estos tiempos tan alborotados la tranquilidad y la llamada a la convivencia me parecen dos valores cruciales. Tanto el tono general del texto como los principales contenidos abundan en ambas ideas.

Corredor va mezclando, a lo largo de las 188 páginas del libro, elementos autobiográficos con descripciones y análisis de la realidad política y social de nuestro país. Así, trata temas como: Catalunya, los medios, el sistema político, el papel de Felipe VI o la Administración, entre otros. Suele comenzar cada uno de los ocho capítulos en los que ha dividido el texto con un repaso a momentos históricos que aprovecha para sacar algunas enseñanzas aunque son breves no dejan de tener su carga de profundidad.

De los aspectos biográficos yo destacaría sus sucesivas participaciones en grupos que pretendían, y pretenden, establecer debates sosegados entre las diferentes posturas políticas como el que creó en la universidad, deba-t.org, o +Democracia en el que está inmerso en estos momentos. Menciona a gente que participó en ellos y que luego ha llegado a puestos de relevancia.

Hablando de menciones, me ha resultado muy curioso cómo de la mayoría de las personas mencionadas por diferentes razones suele poner a continuación entre paréntesis de quién se trata y/o qué ha sido después de ellas. En este sentido me ha llamado particularmente la atención lo que comenta de dos personas bien conocidas:

“Fernando Berlín (un periodista innovador que consolidaría tiempo después su posición como icono de la izquierda de la izquierda).” (p. 46).

”Eduardo Inda (con quien años después coincidiría semanalmente en televisión.” (p. 68)

De las diferentes partes del libro se pueden sacar interesantes enseñanzas, pero tengo que reconocer que a mí lo que más me ha gustado es lo que cuenta sobre las tertulias. Soy oyente diario, aunque cada vez menos, de algunas de la radio como las dirigidas por Barceló, Otero y Bretos, y por eso me interesa, porque, además, creo que los medios son en este momento el lugar donde se libra la principal “batalla” de las ideas. (Siendo emplear precisamente en estos días un concepto tan bélico, peo no se me ocurre otro mejor).

Corredor explica muy bien cuáles son sus objetivos cuando acude a una tertulia que resumo: Transmitir lo que ha preparado antes (dice que dedica una hora o tres si es una tertulia de larga duración); contribuir a bajar la emocionalidad  y dar herramientas para comprender mejor lo analizado; y generar complicidad con los contertulios. He de decir que suele conseguirlos y que es esto, precisamente, lo que me llamó la atención como decía al empezar el comentario.

Como se trata de un manifiesto a favor de la convivencia, reproduzco un fragmento en el que se explica muy bien: 

“Convivir es, sobre todo, responder a la pregunta de qué harías con el que es distinto a ti. Y es el principal objetivo político que deberá tener cualquier gobernante que aspire a representar al conjunto de la sociedad. Ya sea por sus propias convicciones democráticas o porque entienda que sin convivencia no habrá paz social, no habrá estabilidad económica y no habrá capacidad de progresar”. (p. 157)

Para terminar solo dos cosas puntuales. Por un lado, la preocupación que dejan los datos que da sobre lo que opinan los jóvenes. Así, solo el 20% confía en el Congreso, menos del 14% en los partidos y no llega al 20% en el gobierno. Con estos datos el futuro se presenta cuanto menos problemático. Por otro lado, una frivolidad.  Afirma que “San Sebastián (una ciudad preciosa, pero no más que Santander, Ciutadella de Menorca o Palma de Mallorca)”. Vivo en Palma desde 1984 y siento tener que reconocer que es una ciudad que está muy lejos de parecerse a cualquiera de las mencionadas. El autor ha debido de tener alguna experiencia especialmente positiva para ponerla al mismo nivel.

En fin, un libro que se lee con gusto y del que se pueden aprovechar bastantes informaciones y, sobre todo, reflexiones.

 

Nacho Corredor, El activista tranquilo. Un manifiesto subjetivo a favor de la convivencia.

 

 

 

 

 

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