miércoles, 10 de agosto de 2022

Buena combinación de lo personal y lo sociológico


Que a estas alturas alguien se “atreva” a poner en el título de un libro la expresión “clase obrera” ya tiene mérito. Desde el Chavs de Owen Jones no lo había vuelto a ver, salvo, claro, en los casos de libros de historia.

Maestre ya se atrevió en su anterior libro, Franquismo S.A., a meterse nada menos que con la oligarquía de esa época y, lo que es más importante, sobre cómo se reconvirtió para mantenerse en el nuevo régimen que se abrió con la muerte del dictador.

Ahora se enfrenta a otro tema relevante: la situación de la clase obrera, su vida cotidiana y las posibilidades que tiene para mejorar su posición en la sociedad e incluso para ascender socialmente. No creo hacer un spoiler demasiado grande si anticipo que para el autor estas son muy pocas y que, incluso, ni siquiera son muy positivas si para lo que sirven es para desclasar a quienes lo logren. Porque esta es una de las ideas fuerza del libro: uno tiene que estar orgullosos de pertenecer a esa clase.

Maestre utiliza en el libro una doble perspectiva en su análisis. Por un lado, de forma autobiográfica, describe aspectos de su historia personal y familiar, una familia que es un claro ejemplo de miembro de la clase obrera. Pero no se limita a eso porque, por otra parte, hace un trabajo muy sociológico basándose en estudios y trabajos de otros para ampliar el foco.

El libro está dividido en cinco grandes apartados: La educación, El espacio, El trabajo, La cultura y El futuro que, como se ve, abarcan los grandes temas de la vida de una persona.

Por concretar algunas de las cosas que más me han llamado la atención: el magnífico análisis que hace del papel social de la familia; los significativos ejemplos que pone sobre la oferta que hay en Madrid del Grado Medio de Peluquería: los tiempos empleados en el transporte público; los casos de segregación e independencia locales por parte de las élites; el  análisis del posfordismo (del que me hubiera gustado más información); la contraposición entre cultura del esfuerzo y herencia o el curioso análisis del bar. Esto por citar solo alguna de las muchas cosas que contiene este libro.

Ahora quisiera centrarme en dos puntos que trata Maestre que me parecen especialmente importantes.

El primero, en el capítulo de la educación, es el de la movilidad social. Maestre niega que esta exista y tiene toda la razón pues es algo que está ampliamente estudiado y documentado. Quizá el estudio pionero fue el de los sociólogos franceses Baudelot y Establet que ya en los setenta la negaron tras estudiar a un conjunto de personas y ver cómo había sido su evolución desde puntos de partida diferentes, pasando por un sistema educativo igualitario, para terminar en puntos de llegada también diferentes: elevados cuando partían de ahí y bajos cuando ese era el punto de partida. En España fue Julio Carabaña quien realizó bastantes años después el mismo análisis con resultados similares. Todo esto viene muy a cuento hoy en día con esas falsas polémicas sobre la meritocracia.

El otro tema es el del llamado dumping social al que tan aficionados son algunos de los detractores de la globalización desde la izquierda. En este sentido me ha gustado el siguiente fragmento: “Pero no podemos idealizar como solución querer hacer acopio de unos trabajos a costa de dejar a otros sin ellos. Porque todos somos de la misma clase social, sin importar dónde esté” (p. 202). Efectivamente, la clase obrera, la pertenencia a ella para ser más exactos, está por encima de las fronteras. Hace mucho tiempo que vengo manteniendo la idea de que la tarta de la economía mundial hay que repartirla mejor y que para ello, desgraciadamente, unos tienen que perder parte de su porción para que otros puedan aumentarla, más allá de que la tarta pueda crecer algo.

En fin, un libro muy interesante tanto en la parte personal como en la más analítica. Sería mejor que todos se pusieran a trabajar en el análisis de la realidad y la elaboración de alternativas concretas y realizables en lugar de entrar en polémicas improductivas que solo sirven para generar tensiones y malos rollos.

Sé que Maestre es hoy por hoy un personaje controvertido, pero sería bueno que sus oponentes leyeran este libro y lo discutieran en lugar de hacerlo con sus tuits, alguno ciertamente mejorable,  o con su forma de ganarse el cocido.

(Por cierto, quien ha escrito estas líneas nació en el barrio de Chamberí y estudió en el colegio de los maristas del mismo nombre).

Antonio Maestre, Los rotos. Las costuras abiertas de la clase obrera.

 

 

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