domingo, 14 de diciembre de 2025

Releyendo sin saberlo.

 

Tener mala memoria tiene muchos inconvenientes, pero también algunas ventajas. Hace unos meses leí otro libro de Kerrigan, El coro de la medianoche, que no comenté en el blog porque me cuesta bastante comentar la novela negra, a pesar de lo cual, o por ello, cuando acabé de leer La Furia me comprometí a comentarla. Antes de hacerlo quise ver qué había puesto de la otra novela del autor que sí había comentado y ahí llegó la sorpresa: ya había leído y comentado La Furia en 2015, es decir, recién publicada. Sin embargo, cuando la he vuelto a leer me ha resultado totalmente nueva y lo más curioso es, tras leer el comentario que hice, que veo que me ha impresionado más ahora.

En cualquier caso, lo que haré será reproducir la entrada e insistir en que se trata de una novela muy recomendable por la buena historia, los personajes y los magníficos diálogos.

(¡Ah! Una buena noticia para la editorial es que este ejemplar lo he comprado hace poco, es decir, que tengo dos).

Hace solo dos días que terminé de leer a Benjamin Black (hay entrada en el blog) y me parecía interesante leer inmediatamente otra novela negra también de un autor irlandés para ver si había puntos de contacto entre ambos.

La verdad es que se trata de dos estilos radicalmente diferentes aunque, eso sí, con una cosa en común: la aparición del tema de los abusos sexuales en la Iglesia irlandesa (muy presente en Kerrigan, le dedica todo un capítulo, y también en  Black, sobre todo en su primera novela ).

A mí me gusta más el estilo de Black en la medida en que da más importancia a los personajes que a la acción; a las relaciones que a la trama propiamente dicha y el desarrollo se va produciendo pausadamente. Este libro de Kerrigan, como queda expresado ya en su título, tiene un ritmo trepidante, muy cinematográfico, de película de acción, sobre todo en dos de las partes en que está dividido.

Entronca con la mejor novela negra en lo que tiene de crítica social como, por ejemplo, en el siguiente fragmento: “En Buenos días, Irlanda estaban acabando de ofrecer una entrevista con el ministro de algún ramo. El ministro no dejaba de repetir que no había alternativa. El entrevistador hizo aparecer en antena a un economista que trabajaba para un banco, el cual comenzó a decir que estaba de acuerdo con el político en que eso era la único que se podía hacer.” (p.327) (Esto me parece haberlo oído en "alguna que otra" ocasión en nuestra radio y televisión.)

Y también se permite en algunos momentos, bien es verdad que pocos, introducir ciertas dosis de humor: “El asesinato ideal es aquel en el que se sabe que la víctima cabreó a alguien, y cuando llega la policía ese alguien está junto al cadáver con un hacha ensangrentada en la mano. Con un poco de suerte, varias personas habrán presenciado lo que ocurrió y alguien habrá descargado un vídeo del asesinato de treinta segundos en YouTube. Cualquier cosa más complicada ya era un dolor de huevos.” (p.145)

Se lee con interés y prácticamente de un tirón porque, además, está construido básicamente con diálogos en los que el autor se manifiesta como un consumado maestro.

Muy entretenida y con el añadido de desarrollarse en los inicios de la crisis económica. Quizá le sobre un poco de violencia y le falte una mejor caracterización de algunos personajes, pero no está mal dentro de su género.

Hay que reconocer que la editorial Sajalín, en su colección Al margen, está publicando un conjunto de autores y de obras muy interesantes.

 

Gene Kerrigan, La furia

 


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