martes, 25 de abril de 2023

La Cultura de la Cancelación



Tras la lectura de este libro me queda una sensación ambivalente. Por un lado, me parece un libro muy interesante, que trata un tema muy actual y que me ha hecho plantearme algunos temas, pero, por otro lado, tengo la impresión de que exagera las cosas en varios aspectos y, sobre todo, que hace una crítica feroz de colectivos que solo he podido intuir o imaginar porque no sé a qué o quién se refiere al hablar de “izquierda posmoderna” o quiénes son los progresistas que defienden un “capitalismo moralista”.

Explico ambos temas.

El libro está dividido en cuatro capítulos titulados de forma que no deja lugar a dudas sobre su contenido. Así: 1. El nuevo macartismo: la Cultura de la Cancelación. 2. Quema de brujas en el siglo XXI. 3. Soy una víctima, luego existo. 4. A por el fin de la Cultura de la Cancelación.

Este concepto, Cultura de la Cancelación, que es el eje del libro y lo atraviesa en todos sus apartados, es lo que me ha resultado más interesante y clarificador. Lo había oído muchas veces, pero no tenía un verdadero conocimiento hasta la lectura del libro. Aquí tengo que hacer una aclaración personal: soy un defensor de lo “políticamente correcto”, no sé si por la edad, 74, por la formación, por el carácter, o por lo que sea, pero eso no me impide aceptar que otros actúen de forma “políticamente incorrecta” sin pedir por ello que tengan que ser cancelados. Leyendo el texto he sacado la impresión de que algo así no le parece a la autora muy factible o, dicho de otra forma, que para defender la libertad de expresión hay que defender lo “políticamente incorrecto”. Desde luego en mi caso no se cumple a pesar de que, al menos en las redes sociales, esta incorrección la defienden sobre todo perfiles de la extrema derecha.

Domingo utiliza para ilustrar sus argumentos ejemplos en su mayor parte sacados de los Estados Unidos y pocos de nuestro país e incluso uno de estos, referido al uso por Elvira Lindo en su día de “el Imbécil” para uno de sus personajes”, basado en una suposición. Aclara que lo que pasa allí termina pasando aquí. Puede que tenga razón, pero llevamos ya bastante tiempo con esa cultura allí y apenas hay ejemplos aquí, teniendo en cuenta, además, lo rápido que todo se contagia hoy gracias en parte al influjo de las redes sociales.

Este libro en varios momentos me ha recordado alguno de los análisis y argumentos del libro La trampa de la diversidad de Daniel Bernabé. Por ejemplo en los dos fragmentos que reproduzco a continuación:

 

“Y así, casi sin darnos cuenta, saltamos de la política a los sentimientos, no a los derechos, y también casi sin darnos cuenta los progresistas ya no creen en la política de verdad y pasan también a darle prioridad a lo sentido, “tan solo se dedican a ser testigos del sufrimiento. El culto al sufrimiento, la debilidad y la vulnerabilidad se han convertido en algo fundamental para la identidad política progresista contemporánea”, explica Nagle. En definitiva, acaban instalados en lo que se ha dado en llamar una especie de capitalismo moralista, oculta tras una falsa socialdemocracia”. (p. 82)

 

“(…) hemos de plantearnos qué ha pasado para que desde la izquierda, que antes trataba de integrar a todos los colectivos y de garantizar que no hubiera diferencias entre ellos, hoy baste con ser o sentirse de un colectivo minoritario para conseguir una visibilidad y un poder muy por encima de la representación real e, incluso, la autoridad moral para excluir al resto.  ¿Es esa la izquierda que queremos”. (p. 134)

 

Creo que aquí se alude sin nombrarlo al colectivo LGTBI y me atrevería a afirmar que más específicamente al representado por la T. Domingo es una feminista militante del grupo que no acepta el hecho de que las “mujeres trans” sean realmente mujeres.

Aquí tengo que volver a hacer una aclaración personal. Escucho a menudo el programa que tiene en Radio5 Paco Tomás dedicado al mundo LGTBIplus. Me cuesta entender muchos de los conceptos que en él se utilizan; de hecho algunos no los entiendo, pero acepto que existan y que quieran tener sus derechos. Soy de otra época y no puedo pretender que el mundo siga siendo como era antes.

Volviendo al libro, en lo que se dice de nuestro país las referencias son en su mayor parte a este colectivo que, es cierto, tiene una presencia pública considerable y que, también seguramente, son quienes más propugnan algunas cancelaciones, pero si esto es así hay que decirlo, porque si se utilizan términos como los de “izquierda posmoderna”, la realidad queda difuminada y ocultada.

En fin, estamos ante temas complejos y por eso me parece interesante que se escriban estos libros y que personas que conocen los temas más en profundidad reflexionen sobre ellos facilitando así que otros también podamos hacerlo.

 

Carmen Domingo, #Cancelado. El nuevo Macartismo.

 

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