martes, 22 de septiembre de 2015

Testimonio y testamento


 
 
El autor está entre mis escritores favoritos y como tal hay una entrada en el blog sobre su obra que, por otra parte, he leído casi en su totalidad. Sin embargo, desconocía la existencia de su enfermedad. Cuando compré este libro ni siquiera leí la contraportada, no me hacía falta saber de qué trataba. Por eso, cuando empecé su lectura, me llevé la desagradable sorpresa del cáncer de pulmón con metástasis en las cervicales que padece Mankell.
Si dijese que este libro trata de eso no mentiría, pero solo reflejaría una parte del contenido de este extraño y magnífico texto. La enfermedad como telón de fondo, como leit motiv, le da pie al autor para hablar de muchas cosas y para remitirse a algunos recuerdos de la infancia y de sus estancias en Mozambique.
La preocupación por el enterramiento de los residuos nucleares, dada su gran duración,  está detrás de todo lo que cuenta en la primera parte de las tres en que se divide el libro; su original visión de los aspectos positivos del gas mostaza para el tratamiento del cáncer; la necesidad de la esperanza y la inevitabilidad del olvido; el papel de la mujer; los celos; la técnica empleada en las pinturas rupestres; los estudios sobre las glaciaciones; la historia real que está detrás del cuadro  La balsa de la Medusa de Gericault; su preocupación por la extinción de especies animales; etc. Como se ve, hay un poco de todo mezclando, además, reflexiones con historias reales o investigaciones científicas con historias personales.
Decía más arriba que se trata de un libro magnífico y lo  es aunque Mankell no habla de su obra escrita en ningún momento (de hecho solo aparece dos veces el nombre de Kurt Wallander y es porque buscaba localizaciones en Dinamarca para una novela de la serie), lo que como seguidor echo un poco en falta, solo habla y bastante de su obra como director, y en algún caso autor teatral, pero es que no es un libro de memorias y, mucho menos, una autobiografía. El texto está lleno de reflexiones interesantes, de algunas informaciones muy curiosas, pero por encima de todo se trata de un texto entrañable, de una especie de testamento vital que tiene momentos, como el de los niños de la calle en Maputo, que provocan que se forme un nudo en la garganta y que  haya que contenerse para no llorar.
Escrito con la conocida facilidad de Mankell no exenta de calidad, es un libro que he leído con el corazón en un puño en algunos instantes, prácticamente de un tirón y que, a pesar del drama de fondo, me ha dejado un buen sabor de boca final. Por supuesto creo que es un libro muy recomendable aunque no se conozca al autor y, lógicamente, ineludible para un seguidor de su obra.
Hay dos buenos y completos comentarios en El País y El Mundo.
 
Henning Mankell, Arenas movedizas

2 comentarios:

  1. Me ha gustado la crçítica/comentario que has llevado a cabo y me ha dejado impactado lo de la enfermedad que no tenía conocimiento.
    Un saludo.

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  2. Sí, realmente como digo en el comentario a mí me dejó de piedra porque como no leí la contraportada no sabía nada. Empezó en enero del año pasado y sigue en pie, ya veremos. Por cierto, el libro es francamente recomendable.

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