lunes, 24 de junio de 2019

Una visión de la Unión Soviética




Como refleja el subtítulo, en este libro se recoge la transcripción del relato que hizo la autora al director Oleg Dorman para la realización de un documental. Tienen, pues, un carácter muy oral que se agradece ya que da a la narración una gran agilidad.
Casi al final del texto, Lunguiná deja claras cuáles han sido sus intenciones:

“Pero me gustaría que estos pedacitos de nuestra vida ayudasen a los que me escuchan a entender cómo vivíamos, no solo nosotros –nuestro caso es especial, nos tocó en suerte una vida alegre en un contexto terrible, lúgubre-, sino nuestros coetáneos en general: cómo vivían, qué los conmovía, qué los hacía reaccionar.” (p.339)

Este fragmento es importante y clarificador por varias razones. Como lector interesado en el tema de la vida en la Unión Soviética he leído los libros de memorias de Evgenia Ginzburg, Anna Lárina y  Nadiezhda Mandelstam; las dos primeras represaliadas y enviadas a campos de concentración, y la tercera perseguida y marginada por las actividades de su marido. El de Lunguiná, como ella misma advierte, es otra cosa pues: “nos tocó una vida alegre en un contexto terrible”, con lo cual se puede permitir explicar muchos aspectos de la vida cotidiana y, al mismo tiempo, dejar constancia de las condiciones de censura y persecución que se producían tanto en los tiempos del estalinismo como en épocas posteriores.
Así, por ejemplo, lo que afirma en el siguiente fragmento:

 “(…) Había planes de detención. Por regiones. Con independencia de los hechos. Cualquier mínimo desliz valía. Y la red de prohibiciones era tan tupida que no había manera de esquivarla. De hecho, todo ciudadano cometía actos ilícitos. Inevitablemente, todos y cada uno. Por tanto, encerraban tranquilamente al número de individuos requeridos y, así, mes a mes, el KGB (NKVD) local cumplía el plan.” (p. 136)

El libro en lo fundamental resulta bastante interesante e instructivo más allá de que haya momentos en que, seguramente por el desconocimiento de los personajes de los que habla, pueda resultar un tanto farragoso sobre todo para un lector no ruso.
El mundo en el que se desarrolló la vida de la autora era el de la intelectualidad moscovita. Ella como traductora y, además, casada con un autor teatral. Por eso son muy interesantes los momentos en los que salen a relucir personajes como: Shalámov, Grossman, Solzhennitsyn o Pasternak, entre los más conocidos. Así, por ejemplo, habla de los motivos de la prohibición del libro de Grossman sobre Armenia que, precisamente, leí hace muy poco o del triste final de un escritor tan importante como Shalámov. También de la relevancia de la poesía para los rusos que hizo que poco después de la muerte de Stalin:

“Pronto empezaron a organizarse aquellos grandiosos recitales en los que los poetas actuaban en los estadios y los estadios se quedaban pequeños para acoger a todos los que deseaban entrar.” (p. 206)

Algo realmente increíble visto desde un país como España.
En otro orden de cosas analiza, aunque sea someramente, los cambios que se produjeron con la llegada de Jrushov al poder y posteriormente con Brézhnev que supusieron una cierta mejora relativa en las condiciones materiales de vida. Por cierto, en este sentido dedica todo un capítulo a describir las tiendas, hoteles y restaurantes que existían hasta en los lugares más recónditos para que pudieran comprar los miembros de las élites dirigentes.
No están exentas estas memorias de un par de confesiones de no haber actuado como debiera en momentos muy concretos por miedo a perder lo poco que se tenía.
Me ha resultado especialmente significativo el hecho de que a lo largo de todo el libro, y por lo tanto a lo largo de casi todo el siglo XX -las fechas de la autora son 1920-1998-, se hace alusión a la existencia del antisemitismo de una forma más larvada o más expresa según las épocas.
Para finalizar, una reflexión de Lunguiná que me parece muy acertada e ilustrativa de muchos comportamientos no solo de gentes que salen en el libro, sino de otros que cada uno puede conocer:

“Y resulta –la vida me lo ha enseñado- que el valor intelectual cuesta más que el valor físico, que la superación del temor por tu propio pellejo. A la gente le es más fácil arriesgar su vida que aceptar que todo el camino recorrido ha sido un error, renegar del pasado, renunciar a la corriente a la que ha servido a lo largo de su vida.” (p. 214)

Un libro que se lee con mucha facilidad y con interés irregular según los temas y los momentos, pero en el que se pueden encontrar informaciones y reflexiones interesantes.
La edición se completa con una extensa galería de fotos de más de 100 páginas.


Lilianna Lunguiná, Versión original. Memorias literarias narradas a Oleg Dorman. Traducción Yulia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira.


No hay comentarios:

Publicar un comentario