jueves, 20 de junio de 2019

Otro buen descubrimiento francés



Hace ya un tiempo que vengo haciendo alabanzas de diferentes escritores franceses a medida que voy conociendo su obra. Me sigue pareciendo que en ese país se está haciendo una literatura muy creativa, original y que está abriendo caminos que ya he visto que empiezan a seguir escritores de otras procedencias. Annie Ernaux es la primera mujer que añado a esta lista de descubrimientos. Es curiosa la tardanza en leer a una autora cuya obra se empezó a traducir a principios de los noventa publicada en editorial Tusquets, en una época en la que yo la seguía bastante. Ahora su obra la edita Cabaret Voltaire, editorial a la que también sigo sobre todo a partir de la publicación que ha hecho de los libros de un interesante escritor marroquí, Mohamed Chukri.
Todo este preámbulo viene a cuento para hacer patente la necesidad de atender a fuentes de información que nos evite perdernos escritores importantes. En este caso, mi fuente ha sido un tuit de Marc Peig cuya reseña del libro en unlibroaldia.blogspot.com recomiendo encarecidamente por lo completa e interesante que es.
Memoria de chica me parece un libro magnífico tanto por el fondo como por la forma. Creo que es el último que ha escrito Ernaux, lo que también suele ser muy habitual en mis descubrimientos, es decir, empezar por el final.
La autora nació en 1940 y escribe este libro en 2016 recordando hechos que tuvieron lugar entre 1958 y 1960. El libro termina con el siguiente fragmento:

“El recuerdo de lo que he escrito va borrándose. No sé qué es este texto. Hasta lo que perseguía al escribir el libro se ha disuelto. He encontrado entre mis papeles una especie de nota de intenciones: Explorar el abismo entre la espantosa realidad de lo que ocurre y la extraña realidad que reviste, años después, lo que ha ocurrido.” (p. 198)

Es una buena síntesis de qué es lo que ha intentado antes. Desde el hoy, escrito en primera persona, Annie Ernaux va mostrando a la joven Annie Duchesne, utilizando la tercera persona, en su búsqueda de la pérdida de la virginidad en una impactante primera parte, sin duda lo mejor del libro, que se desarrolla cuando es monitora en unas colonias de vacaciones en el verano del 58. Luego vemos cómo continúan su vida, sus estudios y sus amistades en una segunda parte que pierde fuerza, pero que no por ello deja de interesar. Ese juego entre la primera y la tercera persona me parece uno de los grandes logros del libro.
En ese recorrido hay también interesantes apuntes de temas colaterales. Así: las diferencias sociales en el instituto de Rouen, la reacción de Annie ante la lectura de El segundo sexo  o la utilización a menudo de la música popular de la época.
Ernaux ha ganado este año el Premio Formentor por el conjunto de su obra. Reproduzco algunos fragmentos del artículo de Daniel Verdú en elpais.com porque recoge citas textuales de las razones que han llevado al jurado a esa concesión:

“En el acta se destaca su obra como un “implacable ejercicio de veracidad que penetra los más íntimos recovecos de la conciencia”
(…)
El jurado subraya la “elaborada reflexión autobiográfica” que posee “un estilo entrecortado y áspero y se pone al servicio de una conmovedora y terrible franqueza”. “Annie Ernaux desvela sin pudor la condición femenina, comparte con el lector la intimidad de la vergüenza y refleja con un estilo despojado la desordenada fragmentación de la vivencia contemporánea”, añade el acta.” (El subrayado en el original remite a una interesante entrevista con la escritora.)

Creo que con esto quedan muy bien expresados la intención y el estilo de la autora. Por mi parte, poco más que recomendar su lectura y no solo de este libro; ayer mismo encargué varios de los ya publicados.
(Un comentario marginal, pero necesario en mi caso. La mayor parte de los libros de autores franceses que me están gustando son textos de poca extensión, rara vez superan las 250 páginas. Con esto quiero decir que un libro no tiene que ser grande para ser un gran libro. Siempre me ha gustado lo de “lo bueno si breve….).


Annie Ernaux, Memoria de chica. Traducción Lydia Vázquez Jiménez.

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