martes, 21 de enero de 2020

Primer contacto con la reciente premio Nobel



La verdad es que la concesión del Premio Nobel de Literatura siempre llama la atención y otorga a quien lo obtiene un plus de interés. De esta escritora polaca creo que solo se habían publicado en España dos novelas antes de la concesión del premio. A partir de ahora seguro que veremos más en los estantes de las librerías.
De ese plus de interés soy yo un buen ejemplo. No conocía de su existencia y, además, al no haber tenido en general buenas experiencias con la literatura polaca, a pesar de que me suelen gustar los libros que se hacen en Europa central y oriental, no le he debido de hacer mucho caso si es que alguna vez he visto un libro suyo.
Entrando en materia sobre el libro, tengo que decir que me gustó mucho al principio, que desconecté bastante en la parte intermedia y que volví a retomar algo de interés al final porque, aunque me parece una resolución facilona y previsible, vuelve a retomar algunos temas y personajes que me parecen lo más conseguido del texto.
El libro tiene una gran protagonista, Janina, que ofrece lo mejor pero también lo peor. Es una ingeniera que se dedicó a la construcción de puentes tanto en Polonia como en el extranjero, pero ahora vive en un pequeño pueblo junto a la frontera con Chequia, una zona casi despoblada,  dedicada al cuidado de unas pocas casas que dejan desocupadas sus propietarios fuera de la temporada de vacaciones, y también a dar clases de inglés en el colegio de una localidad cercana.
Junto a ella aparecen algunos secundarios: un joven estudiante exalumno suyo que va de vez en cuando para compartir con Janina otra de sus ocupaciones: la traducción de poemas de William  Blake: un entomólogo, que aparece unos días y luego se va; un vecino que es su casi único amigo o una humilde dependienta. Todos bastante peculiares aunque no tanto como la protagonista. Esta es una gran amante de los animales, pone a las personas el nombre que le parece (Pandedios, Pie Grande, Abrigo Negro o Buena Mujer entre otros), pero su principal característica es que usa la astrología para interpretar prácticamente todo, tanto en lo que se refiere a ella como al resto del mundo.
En ese pequeño mundo rural y en unos pocos días aparecen varios muertos: el otro vecino, el comandante del puesto de policía y el presidente de una agrupación de cazadores. Este suceso altera en cierta forma la vida de la localidad y se pone en marcha la investigación sobre lo ocurrido.
No se trata, aunque pudiera parecerlo, de un thriller o de una novela policiaca, si bien algo de ambos tiene, sino de mostrar aspectos de la vida en esa pequeña comunidad y, sobre todo, de mostrarnos las vivencias de un personaje como el de la protagonista ya que la novela está escrita en primera persona por Janina.
La autora aprovecha para hacer breves reflexiones sobre temas como: la ira, el cuerpo, los animales o la astrología. En este último caso, además de las reflexiones llena bastantes páginas con estudios de cartas astrales -y los correspondientes pronósticos- que a quien no le interese ni domine el tema, como es mi caso, se le harán realmente insufribles y que llevan la novela a unos momentos en los que el lector puede dudar sobre si continuar o no con la lectura.
Yo he seguido, pero también he visto comentarios de gente que la ha abandonado.
Estamos ante un libro muy peculiar porque la protagonista lo es y la autora lo centra todo en ella, en su forma de ver la vida y en su forma de actuar.
Habrá que dar otra oportunidad a Tokarczuk si bien me temo que no va a ser una de esas escritoras que tanto me gustan últimamente.
Para terminar, dos fragmentos que son significativos para el desarrollo de la historia:

 “- De un país dan fe sus animales. Nuestra actitud hacia ellos. Si la gente se comporta brutalmente con los animales, no hay democracia que pueda ayudarlos, ni nada en absoluto.” (p. 96)

“A veces cuando alguien experimenta la ira, todo parece evidente y sencillo. La ira implanta orden, nos muestra el mundo de una forma claramente resumida; con la ira recuperamos también el don de la clarividencia, tan difícil de alcanzar en otros estados." (p. 37)

Una reseña mucho más detallada y favorable en devoradoradelibros.com


Olga Tokarczuk, Sobre los huesos de los muertos. Traducción Abel Murcia.





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