miércoles, 22 de enero de 2020

Sobre el mundo editorial



La autora escribió y publicó este libro en 2005 a instancias de gente amiga que le había oído contar multitud de anécdotas y le recomendaron que dejase constancia por escrito. Ahora la editorial que creó a finales de los 50, Lumen, lo reedita no sé si a rebufo del recientemente publicado por el también editor Jorge Herralde, por cierto gran amigo de Esther Tusquets.
El libro de Herralde, que he comentado hace apenas dos semanas, es diferente de este en su concepción pues está hecho con artículos, conferencias, etc., mientras que el de Tusquets fue escrito específicamente para su edición.
A lo largo de los 27 cortos capítulos en los que lo ha dividido, la autora va entremezclando anécdotas, que tienen relación en su inmensa mayoría con su trato con escritores, con algunas informaciones sobre la profesión de editor. Todo ello escrito de una forma muy ágil y con un estilo bastante desenfadado y muy cercano a lo coloquial que hacen su lectura  no solo fácil sino enormemente entretenida y, desde luego, un placer para quienes somos aficionados a la lectura y conocemos a prácticamente todos los personajes que se mencionan en el libro.
De lo que cuenta sobre la edición me han gustado sobre todo las referencias a las traducciones y al papel de los agentes literarios (aquí aparece muy destacada la figura de Carmen Balcells). Además, me ha sorprendido la idea de que una editorial puede consistir, ni más ni menos, que en un editor con una carpeta bajo el brazo en la que guarda los contratos con los escritores.
Sobre lo que cuenta de los escritores tengo que decir que incluso cuando a alguno lo pone mal –el caso de Cela es un buen ejemplo-, termina salvándolo a partir de la idea de que también tuvo alguna forma de amistad con él o ella. Habla magníficamente, entre otros, de Miguel Delibes, Álvaro Pombo, Umberto Eco o Ana María Matute (esta fue realmente una de sus grandes amigas). Mientras que Cela recibe un palo bastante fuerte sobre todo por su egocentrismo y su afán por el dinero. De Vargas Llosa destaca su perfeccionismo que le llevó a hacer múltiples correcciones de Los cachorros hasta el punto de que quería hacerlas incluso después de publicado.
En fin, habla de muchos escritores en unos casos por su relación profesional y en otros por la personal, pero siempre resulta interesante lo que cuenta. Acompaña la edición un conjunto de fotos con varios de los protagonistas.
Un libro se lee con gusto y apetece que hubiera sido más extenso porque seguro que material tenía para ello.


Esther Tusquets, Confesiones de una editora poco mentirosa.


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