martes, 23 de junio de 2020

Los abusos sexuales en la Iglesia




Desde El niño de pijama de rayas no había vuelto a leer nada de Boyne. Hace ya mucho tiempo, creo que unos diez años,  que tengo entre los libros pendientes Motín en la Bounty, pero siempre me da algo de pereza cuando lo cojo y termino dejándolo de nuevo. Quizá, tras la lectura del que hoy comento puede ser un buen momento para decidirme.
De Las huellas del silencio me llamó la atención, cómo no hacerlo, el tema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica irlandesa. Hasta el momento las únicas referencias que tenía sobre este tema eran las múltiples alusiones que hace en casi todas sus novelas Benjamin Black (John Banville), irlandés al igual que Boyne. El propio Banville ha dicho de esta novela: “Sobrecogedora, emocionante, auténtica” (reproducido en la solapa por la editorial). También reproduce un fragmento de la crítica de Joseph O’Connor que me parece que refleja muy bien el contenido: “Una persuasiva historia de poder, corrupción, mentiras, autoengaños, y sobre todo el dolor derivado de que apartemos la vista de lo que está mal hecho.”
Esta última idea creo que es una de las grandes aportaciones de Boyne al tema de los abusos por parte de miembros de la Iglesia; cómo no se han querido tomar en consideración a lo largo de muchos años  las denuncias que se iban haciendo hasta que, en al caso de Irlanda, llegó un momento en que no pudieron seguir ocultándolo.
La novela tiene una construcción muy elaborada. Está escrita en primera persona por un sacerdote que nos cuenta sus inicios, años sesenta; su época de estudiante en el seminario y su estancia en Roma cerca del Papa en los setenta; sus relaciones familiares y con el amigo que será el abusador en los noventa; para, ya en nuestro siglo, asistir al juicio y condena de su otrora amigo. Todo esto narrado alternando perfectamente las diferentes épocas sin que el lector en ningún momento se pierda. Así, por ejemplo, 1964, 2010,1973, 2011, 1978, 1990, etc.
Boyne es un gran narrador capaz de mantener la atención del lector en todo momento. No hace una obra maestra, ni creo que lo pretenda, pero sí que escribe una historia que, además, tiene mucho interés, al menos para gente que, como es mi caso, se educó por esos mismos años en colegios católicos (en mi caso 12 años con los hermanos maristas en Madrid).
De forma más abierta en unos casos, y algo más larvada en otros, el autor arremete contra la Iglesia católica a partir de situaciones y de las reacciones de sus personajes. Esto se manifiesta especialmente en la figura del siniestro arzobispo que conocía todo lo que sucedía, pero al que ni le importaba ni estaba dispuesto a poner remedio. Incluso entra en el tema de la temprana muerte del Papa Juan Pablo (I) asumiendo la tesis del asesinato por querer meterse con el tema del dinero de la Iglesia, No obstante, también rescata a algún personaje y resulta comprensivo con alguna actitud.
Además del tema principal, es interesante también ver la relación entre los miembros de la familia o el capítulo dedicado a la enfermedad, Alzheimer, de la hermana del protagonista.
Hay una entrevista de Xavi Ayén en lavanguardia.com muy interesante y en la que se puede apreciar el carácter autobiográfico que tienen algunos aspectos de la novela.
Antes he hecho referencia a mi estancia en un centro católico de enseñanza. Fue entre 1954 y 1966 y tengo que reconocer que, aunque luego ha salido el tema de los maristas en Barcelona y en algún otro lugar, no conocí ningún caso en mi época salvo quizá el caso de un hermano, del que omito su nombre, que sí tenía fama de buscar cierto tipo de aproximaciones con los alumnos. Este es un tema del que cada vez se van conociendo más casos en todo el mundo, pero del que en España también se tiene la impresión de que hay bastante ocultación de hechos.
Por seguir con mi historia, que explica también el porqué me interesan estos temas y me gusta que se traten, poco después de salir del colegio me convertí en un ateo y anticlerical racional y visceral y así he seguido hasta hoy.

John Boyne, Las huellas del silencio. Traducción Eduardo Hojman.


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