miércoles, 19 de mayo de 2021

Impresionante inicio


Esta es una de las pocas ocasiones en las que compro y leo un libro por lo que he escuchado en la radio. En este caso fue una entrevista de Carles Francino con la autora en la que descubrí a alguien que parece que tenía cosas que decir y, sobre todo, que parece que se había esforzado en decirlas de otra manera. No conocía a la autora ni había visto el libro en los estantes de las librerías a pesar de que ha vendido ya 35.000 ejemplares, algo poco habitual máxime si está editada, por cierto magníficamente, por una pequeña editorial. En esa entrevista me llamaron la atención algunas cosas que dijo Abreu. Así, comentó que había empezado a leer ya mayor (curioso en alguien que apenas tiene 26 años); también que en parte esto se debía a que en su casa no había ni libros ni tradición lectora (seguramente por la actividad profesional de sus padres); y, finalmente,  que practicaba el hiperrealismo, algo que yo conocía en pintura pero de lo que no había oído hablar en literatura.

Todo esto me provocó el interés suficiente para encargar el libro. Gran acierto porque estamos ante un texto muy diferente, no tanto por el fondo aunque hay aspectos que se tratan de una forma peculiar, como sobre todo por la forma, por el lenguaje.

Prefiero que sean las palabras de Álex de la Torre en su reseña para elperiodico.com las que hablen sobre este particular:

 

“(…) un debut volcánico el de Andrea Abreu (Tenerife, 1995) por la frescura, la inteligencia narrativa y el sortilegio que la autora realiza en la fragua del idioma.

(…) sin duda el gran hallazgo de Abreu radica en el prodigioso trabajo con el lenguaje. Con un oído musical absoluto para la oralidad, la escritora revienta las costuras de la gramática para trascenderla, en un zarandeo que le sienta muy bien al castellano, a veces, en la lengua literaria, demasiado envarado. En su prosa caben neologismos, préstamos directos del inglés ('foquin bitch', 'shit') y voces canarias (…)” (Subrayado en el original.)

 

Esta es la pequeña historia de la relación de dos amigas, dos niñas de 10 años, que son cuidadas por sus abuelas porque sus padres o no existen o tienen que trabajar duro para sobrevivir; dos niñas que están descubriendo la sexualidad (una, Isora, ya tiene la menstruación) y lo hacen a través de juegos eróticos, que incluyen masturbaciones y besos, entre ellas; que mantienen esas relaciones de dependencia que son típicas de esa edad. Dos niñas que juegan a cosas como criticar a alguien que se inventan o con unas “barbis” a las que les suceden muchas desgracias. Todo ello dentro de un ambiente social de cierta pobreza y marginalidad. Hay también otro personaje, Juanita Banana, (de hecho se llama Juanito) que es otro ser rechazado por su homosexualidad, un niño que suele llevar un balón de fútbol para disimular en una magnífica imagen lograda por la autora.

Temas que como dice Sabina Urraca, la editora del libro, en la introducción:

 

“(…) hay veces en que he llegado a pensar que Panza de burro no era un libro, sino más bien un largo y poderoso exabrupto, un estallido de emoción a las faldas de un volcán (…)”

 

Por lo dicho hasta aquí ya se puede comprender que estamos ante un libro cuya lectura es muy recomendable. En general se entiende bastante bien aunque a veces haya que repetir la frase un par de veces por los cambios que hace Abreu en la morfología de algunas palabras, pero son cambios que tienen mucho sentido. Un libro que emociona en muchos momentos y que seguro que no deja indiferente.

A mí me ha recordado por algunas cosas otro magnífico libro, también muy rompedor en varios aspectos, como es Lectura fácil de Cristina Morales. Dos ejemplos de mujeres extraordinariamente jóvenes que están aportando novedades interesantes a la literatura que se hace por aquí.

Además de la citada hay una buena y muy completa reseña de Santi en unlibroaldia.blogspot.com

 

 

Andrea Abreu, Panza de burro.

 

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