martes, 26 de octubre de 2021

Sigue la racha con Melchor


En apenas dos meses he leído los tres libros que se han publicado en España de esta magnífica escritora mexicana, lo que indica lo mucho que me han ido gustando, e impactando, los que iba leyendo. La culminación es esta de hoy que es el último publicado hasta ahora y, al menos en mi opinión, el mejor que ya es decir dada la enorme calidad de los anteriores.

Melchor tiene varias cosas que hacen tremendamente atractiva la lectura de sus libros: los temas que toca, los personajes que crea y el lenguaje que utiliza. Sobre esto dice Montuenga en su muy buena reseña en unlibroaldia.blogspot.com:

 

“(…) su prosa es rica, compleja, descriptiva, colorista, arraigada a la tierra y llena de matices. La impresión de autenticidad se consigue gracias tanto a vulgarismos y expresiones populares como a un dominio excepcional del idioma, (…)”

 

A lo que yo añadiría simplemente lo bien adaptada que está a cada uno de su personajes, tanto que siendo una novela narrada en tercera persona, se tiene a veces la impresión de que es Polo, su principal protagonista, quien la narra precisamente por el lenguaje que utiliza Melchor.

En una novela de 158 páginas, y teniendo en cuenta la historia que narra, apenas se puede hablar de su contenido porque se corre el riesgo de destripar aspectos fundamentales. Sí se puede decir que está dividida en tres partes. En la primera, vemos la relación entre el Gordo, un joven de buena familia que vive en la urbanización Páradis, y Polo, que trabaja como jardinero en la urbanización. Nos enteramos de cómo se conocieron y cuáles son las pretensiones del primero. La segunda está casi exclusivamente centrada en Polo y en la relación con su abuelo, su prima Zorayda, su especie de primo Milton y algo, poco, con su madre. En la tercera vuelven el Gordo y Polo. En la narración, sobre todo en la segunda parte, Melchor vuelve de vez en cuando hacia atrás en el tiempo para darnos a conocer algunas cosas de los personajes.

Es cierto que dicho así no parece gran cosa, pero puedo asegurar que a medida que se avanza en la lectura esta se hace cada vez más intensa y resulta difícil dejar el libro. Este carácter casi hipnótico de la escritura de esta autora creo que es una de sus señas de identidad, como lo es también el dar una visión de su país bastante negativa sobre todo por las enormes diferencias sociales que existen.

No me atrevo a decir mucho más del libro. En la reseña citada hay algo más de información aunque siempre evitando el spoiler.

Para finalizar el comentario reproduzco un fragmento que da una idea de lo precisa que es la prosa de Melchor y de lo bien que caracteriza a sus dos protagonistas:

 

“ (…) al bato todo se la hacía fácil porque tenía la suerte de ser medio güero, pálido como fantasma a pesar del sol de la costa, con ojos bordeados de espesas pestañas soñadoras y una mata de cabello ondulado que el bato siempre se estaba quitando de la frente con gesto de galán de telenovela, mientras que Polo, bueno, Polo era prieto, no  había otra manera de decirlo, y feo como pegarle a Dios en la cara, decía su madre –y eso que se parecían un chingo- y había nacido con una mirada torva que claramente lo delataba como alguien que carecía de una meta en la vida”. (p. 85-86)

 

Absolutamente recomendable, y hasta creo que podría decir que imprescindible, porque no hay hoy por hoy muchas narradoras que sean capaces de manejar tan bien el lenguaje y de contar historias tan crudas. Obviamente, también son muy recomendables los otros dos libros ya publicados en España.

Por cierto, se me ha olvidado decir que hay muchas palabras que no conozco. Algunas las he entendido por el contexto y de otras me quedo con la sonoridad y la fuerza aunque no sepa del todo lo que significan.

 

Fernanda Melchor, Páradais.

 

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