jueves, 7 de octubre de 2021

Un relato vivo y vivido del pasado reciente

Errejón demuestra con este texto que estamos ante un político diferente, guste más o menos lo que diga o haga. En este su primer libro en solitario hace una combinación muy interesante de autobiografía política; análisis de los distintos momentos de la política española desde 2014; descripción, y valoración en algunos casos, de los principales problemas que tuvo Podemos y él dentro del partido y aportación de reflexiones sobre su forma de entender temas esenciales; también incluye algunos aspectos humanos de las repercusiones de la actividad política y no podía faltar, lógicamente, algún pequeño ajuste de cuentas, es verdad que menos de los que se podía esperar, aunque creo que sí ha tenido que suponer una cierta catarsis decir las cosas tal como él las vivió y sintió.

Para ello, el autor ha dividido el libro en cinco capítulos. En el primero describe su activismo, sobre todo libertario,  hasta que llega Podemos. Los dos siguientes los dedica a toda su época en Podemos. Los dos que cierran el libro están centrados en Más Madrid y en las últimas elecciones autonómicas. Además, como ya anunciaba más arriba, hace unos “excursos” a temas como: Política (y democracia), Hegemonía y pueblo,

Patriotismo (y plurinacionalidad), Transversalidad, Transición ecológica y Green New Deal y Libertad. Estos son textos teóricos muy interesantes porque son, en forma muy sucinta, la reflexión básica de un político sobre algunos de los temas clave de ahora.

Hasta aquí he hecho una mera descripción del contenido de un libro que me ha traído muchos recuerdos, y no todos buenos, pero que me ha hecho pensar bastante sobre los distintos problemas que ha tenido y sigue teniendo la política en España.

Un par de datos personales para que se entiendan algo de lo que luego diré. Milité en el PSOE entre 1975 y 1983 del que me fui porque la política que se hacía era siempre hacia dentro del partido. Cuando entré, en Madrid había algo más de setecientos afiliados, un año después éramos más de siete mil. Creo que algo parecido sucedió con Podemos. Hasta que apareció este partido no estuve en ningún otro grupo político. Me limité a ir a decenas de manifestaciones. Cuando apareció Podemos recuperé algo de la ilusión perdida hace tiempo, me inscribí, fui apoderado en las elecciones autonómicas de 2015 y en las generales siguientes y también colaboré con microcréditos para las campañas y luego, durante algo menos de dos años, aportaba una cantidad mensual. Eso sí, mi única actividad fue votar en las distintas internas y tener alguna participación en discusiones en Plaza Podemos donde recibí más insultos y actitudes despectivas que en ningún otro lugar. Nunca se me ocurrió acercarme a ningún círculo (mi mujer sí lo hizo y pronto se cansó). Para terminar esto, que me ha quedado muy extenso, diré que he estado prácticamente siempre de acuerdo con Errejón en los distintos debates y enfrentamientos que ha tenido dentro de la organización.

Lógicamente en el libro se da una versión de los conflictos, una versión de parte, claro. Así, por ejemplo, cuando hubo primarias en Madrid con Espinar como contrincante, Errejón deja la siguiente afirmación: “Ellos saben moverse en ese terreno más endurecido y sucio, más correoso de la pelea del fango. Nosotros no. Nuestra reacción instintiva es no entrar a la pelea y ser elegantes. Creo que está bien serlo, pero perdimos”. (p. 211-212)

Me imagino que alguno de los otros protagonistas tendrán otra interpretación, pero no es eso lo que más me ha interesado del texto, de hecho hay muchas páginas que dedica a la “interna” (por cierto, qué argentino queda eso) que me han aburrido, me han parecido muy reiterativas y sin que aportasen nada nuevo ni interesante, aunque comprendo que las haya tenido que relatar.

Sí me ha interesado mucho el planteamiento de la política que va trazando Errejón casi desde el principio y su evolución hasta terminar en lo que significa hoy. Hay muchos fragmentos que se pueden extraer sobre el particular, el siguiente me parece que refleja bien un aspecto crucial:

 

“De Venezuela vuelvo pensando que la revolución no es tomar el Palacio de Invierno, sino ser capaz de recoger la basura de la calle y que haya agua y comida el lunes siguiente. La vida cotidiana no puede ser heroica. En Ecuador hay mucha menos épica, pero las cosas funcionan razonablemente bien.”. (p. 75)


Seguramente no es para emocionar, pero es que si no es así, ¿para qué sirve todo lo demás? En la misma línea hay otra frase que se repite en el libro: “De nuevo, mejor un paso de cientos de miles que miles de pasos de diez”. (p. 361)

Creo que la idea “errejonista” de la transversalidad era la mejor para romper con ese esquema derecha- izquierda que cada vez estaba quedando más anquilosado. En la misma línea se mueve la idea de lo “nacional-popular” por más que es algo que no termino de captar, o por decirlo mejor, que no termino de saber cómo se puede llegar a articular. De todas formas, todo esto fue arrasado por la facilidad que tiene para mucha gente centrarse en el enfrentamiento de siempre que facilita la comprensión de las cosas y

conseguir una identidad reconocible fácilmente. En este sentido es muy interesante lo que cuenta sobre el manifiesto Mover Ficha propuesto por los anticapitalistas y la postura de Errejón ante el mismo.

Hay muchísimas cosas que merecerían un comentario. El libro tiene 375 páginas sin desperdicio, pero ya me ha salido un comentario demasiado largo para lo que acostumbro. No obstante, no quisiera dejar sin mencionar un par de cosas. Por un lado, el tema de la bandera. Insiste Errejón que incluso hoy no hay que dejarla en manos de la derecha. La idea me parece muy acertada, pero tengo que decir que no me puedo reconocer en esa bandera, no he podido nunca y no porque prefiera la tricolor, sino porque me eduqué en la época de Franco y muchos que venimos de esa época no podemos soportar la rojigualda. Finalmente, una de las cosas que más me gusta del libro es ver a un político que tiene dificultades para dormir o  problemas estomacales, porque siempre procuran dar la sensación de estar a tope aunque las ojeras se vean desde lejos.

Nací en Madrid, en Chamberí, y allí viví hasta que en 1984 me destinaron a Mallorca donde decidí quedarme hasta hoy. Es decir, más de la mitad de mi vida la he pasado ya fuera de esa ciudad, pero siempre me ha interesado lo que en ella pasa porque, además, cada año la visito varias veces. Hago esta aclaración porque me ha parecido enormemente interesante el siguiente fragmento:


“Madrid no es ya un laboratorio neoliberal; después de más de veinte años de gobiernos ininterrumpidos tenemos que hablar ya de una fortaleza neoliberal. Una fortaleza construida en torno a la economía financiera, el dumping fiscal y el desmantelamiento de los servicios públicos y de cualquier idea de comunidad como herramienta útil para la supervivencia colectiva. Pero también con una gestión neoliberal del deseo, como carrera contra uno mismo para satisfacciones cada vez más efímeras y por el deseo aspiracional de ser como las élites al imitar en barato sus estilos de vida y reproducir su imaginario. Es verdaderamente un bloque histórico sólido, a cuyo favor funciona la geografía económica y política española, que nutre esta fortaleza irresponsable”. (p. 355-356)


En fin, un libro que he leído con mucho interés y también con mucho gusto. Creo que Errejón, si no se tuerce como se han torcido ya tantos, puede ser alguien con un interesante futuro y al que merece la pena apoyar porque plantea temas cruciales y se sale de los esquemas ya muy trillados, pero, desgraciadamente, me he llevado ya los suficientes desengaños como para tomármelo con distancia. (Un añadido: en mi época del PSOE estaba en la “sensibilidad” de Joaquín Leguina: Sin comentarios).

 

 

Íñigo Errejón, Con todo. De los años veloces al futuro.

 

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