jueves, 14 de octubre de 2021

El fotoperiodismo a examen



Que soy un apasionado del periodismo lo puede comprobar cualquiera que se acerque a este blog y vea la cantidad de entradas de libros sobre periodismo o escritos por periodistas. Si me interesa tanto es porque creo que es uno de los lugares donde se está dando la mayor batalla política en los últimos años, y prefiero no decir quién la está ganando por ahora. Precisamente por esto estoy suscrito a cuatro medios digitales a pesar de que apenas los leo por las dificultades que tengo para leer en la pantalla del ordenador. Uno de esos cuatro es la revista 5W que es la editora del libro que hoy comento.

Esta revista, que descubrí no hace mucho y a la que me llevó el saber que estaban en ella gente como Mikel Ayestaran o Xavier Aldekoa que son dos de los periodistas más interesantes de la actualidad, está editando una interesantísima colección de libros en pequeño formato, que aprovecho para recomendar encarecidamente, en la que se establece un diálogo entre dos periodistas de dos generaciones diferentes y en el que hablan de la profesión, de sus trabajos antiguos y actuales, de los problemas existentes, etc. El último publicado es este dedicado a la fotografía o, de forma más concreta, al fotoperiodismo.

Tengo que reconocer desde el principio que no suelo ni siquiera mirar las fotografías que acompañan los textos y que, por lo tanto, cuando veo la palabra fotoperiodismo casi tengo que acudir al diccionario para saber en qué consiste. Esto ha tenido un doble efecto sobre mi lectura del libro: por un lado, no he sido capaz de seguir bien varios de los debates que tienen los autores, no he terminado de entender en más de una ocasión cuál era realmente el problema, pero, por otro lado, este total desconocimiento me incita a dedicar más tiempo a investigar sobre esa profesión y a buscar imágenes y reportajes visuales.

Surinyach, por cierto una de las fundadoras de 5W, y Tomasi hablan de multitud de temas, de muchos de los conflictos en los que han intervenido, de sus reportajes sobre otros aspectos, de sus trabajos en Médicos sin Fronteras, donde se conocieron y donde Tomasi ha trabajado durante gran parte de su carrera. En todo ello se manifiesta de forma muy clara el gran compromiso de ambos con la profesión y, sobre todo, con su especialidad: el fotoperiodismo. Un compromiso que, viendo los temas a los que han dedicado los mayores esfuerzos, se amplía a las personas que sufren por diferentes razones. Por poner solo un ejemplo, me ha parecido muy interesante y significativo el proyecto en el que está embarcada Surinyach, #Boza, que es la realización de un documental sobre las migraciones hecho con los materiales que graban los propios migrantes en sus travesías.

No quisiera finalizar este comentario sin dejar constancia de dos intervenciones de Tomasi que me parecen muy interesantes viniendo además de alguien que conoce muy bien ambos temas:

“-Eso es básico, la acción humanitaria tiene que ser profesional, porque hay unos estándares que hay que seguir. Es tal el caos que se forma, que como no tengas unos protocolos de actuación básicos todo se descontrola. He visto mucho caos en alguna crisis humanitaria en la que he estado, pero al segundo día de llegar MSF, si hay una buena gestión y una buena coordinación, vuelve el orden. Si el equipo es profesional, las cosas salen bien”. (p. 91)

“-Siempre digo medio en broma, que debo de ser uno de los fotógrafos que más hospitales ha fotografiado en África. En 25 años no ha cambiado nada, o muy poco. Siguen siendo las mismas caras. He visto cómo no se erradica la desesperanza, el dolor, la miseria. Seguimos estando como hace muchísimo tiempo. Mira el precio de los alimentos. Cuando ya se puede jugar en bolsa y los alimentos pasan a ser un elemento de transacción económica en la bolsa de Chicago, es una tragedia.”. (p. 121)

Esa defensa de la profesionalidad me parece muy importante ante la proliferación de onegés fundadas muchas veces simplemente para sacar algo de dinero para viajar y, al mismo tiempo, lavar conciencias. El pesimismo que desprende la segunda cita, seguramente es matizable, pero creo que tiene bastante de fiel reflejo de muchas realidades.

Un librito muy recomendable, como lo son los que forman el resto de la colección, sobre todo para quienes se interesen por esa profesión y quieran conocer más a fondo cómo trabajan los profesionales y qué les preocupa.

 

Anna Surinyach y Juan Carlos Tomasi, El compromiso de la fotografía.

 

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