jueves, 26 de enero de 2023

Interesante descubrimiento


 

Hay en mi casa bastantes libros de esta autora porque le gusta mucho a mi mujer. Yo hasta ahora no había tenido curiosidad por conocerla y bien que me arrepiento tras leer este magnífico libro que es, tanto por los temas que trata como por la forma en que lo hace, de los que siempre me gustan.

Dice Beatriz Garza en su recomendable reseña del libro  publicada en unlibroaldia.blogspot.com:

 

“Esta obra resulta muy recomendable por la implicación personal de la propuesta y su perfecta resolución en todos los aspectos, por la sutileza, por el equilibrio, por ese germen caótico que se materializa en un texto fluido, bello, doloroso e intenso, por el cuidadoso retrato del trastorno bipolar y por esas interesantes reflexiones acerca de lo que significa escribir sobre unos hechos con los que existe un fuerte vínculo emocional. La novela en sí es un acto de amor y Delphine de Vigan pasa a ser, desde este momento, una de mis autoras de cabecera”.

 

En este fragmento queda perfectamente resumido el libro. No obstante, comentaré algunas cosas.

De Vigan lo ha dividido en tres partes muy diferentes sobre todo en su contenido emocional. En la primera habla sobre la familia de su madre con un buen retrato de sus abuelos, Liane y Georges, de la infancia y juventud de sus numerosos tíos y sobre todo de ella, Lucile. En la segunda se centra en la azarosa y dura vida de esta relatando los diversos episodios psicóticos que la llevaron a estancias en hospitales psiquiátricos. También describe la compleja y ambivalente relación que tuvieron. De hecho esta parte está narrada en primera persona dado que la autora ya vivía. En la tercera, la más breve, describe los intentos de reconstrucción de la vida de su madre hasta que tuvo la enfermedad que la llevó al suicidio.

Además, de vez en cuando, en cada una de las partes introduce breves capítulos en los que va planteando el porqué escribir sobre su madre, los materiales que va conociendo, las entrevistas que mantiene con miembros de su familia y, sobre todo, las dudas que la asaltan sobre lo que debe o no contar e incluso sobre si debe continuar o no con el libro. Un buen ejemplo lo tenemos en el siguiente fragmento:

 

“¿Tengo derecho a escribir que Georges fue un padre nocivo, destructor y humillante, que alzó a sus hijos hasta las nubes, los animó, glorificó, aduló y, al mismo tiempo, los aniquiló? ¿Tengo derecho a decir que su exigencia para con sus hijos sólo podía igualarse a su intolerancia, y que mantenía con alguna de sus hijas relaciones cuando menos ambiguas?

¿Tengo derecho a decir que Liane nunca pudo o supo hacer de contrapeso, que le fue devota como lo era a Dios, hasta el sacrificio de los suyos?

No lo sé”. (p. 154)

 

Desde luego se trata de una familia poco habitual. Es una familia numerosa en la que un hijo muere a los seis años, otro adoptivo a los doce y un tercero se pega un tiro a los veintiocho. De esta forma muere también un amante de la madre a los veintiuno. Además, como se ve en el párrafo reproducido, con algunas tensiones especiales con el padre. Una familia y una madre que, claro, permiten que se pueda escribir un texto sobre ellos de 369 páginas.

Tengo que reconocer que me costó un poco entrar en el libro. Me parecía algo superficial al principio, no sabía por dónde podría ir, pero poco a poco me fui metiendo en la historia y, desde luego, en la segunda parte sobre todo puedo decir que hubo momentos en los que la lectura se convirtió en muy emotiva con pasajes de gran intensidad emocional.

Sé que este tipo de literatura está muy cuestionada por mucha gente en estos momentos, pero al mismo tiempo acaban de conceder el premio Nobel a Annie Ernaux que es quizá su mejor representante. (En este blog he comentado muchos libros de la premiada).

De Vigan escribe muy bien, narra con gran precisión y claridad los aspectos más complejos, se puede decir que de alguna manera se desnuda ante el lector mostrando sus sentimientos y sus dudas y, con ello, el lector se ve interpelado, al menos a mí me ha pasado, y me ha hecho rememorar algunos momentos de mi vida y de la relación con mi madre.

Ha sido una provechosa toma de contacto con una escritora a la que pienso seguir conociendo.

 

Delphine de Vigan, Nada se opone a la noche. Traducción Juan Carlos Durán.

 

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