domingo, 31 de diciembre de 2023

Un texto muy generacional


No se me ocurre mejor resumen del tema de esta novela, breve pero intensa, que este fragmento de la crítica de Claudia Durastanti que la editorial reproduce en la contraportada:

“La historia de una pareja como unidad atómica del mundo, una combinación de afectos y autopercepciones que habla no solo de dos personas, sino del sistema económico que las rodea, de las ciudades que habitan, de las casas que ocupan y abandonan… Con una prosa espléndida (…)”

La vida de una pareja de jóvenes en los últimos diez años más o menos. Se dedican al diseño gráfico y teletrabajan. Viven en Berlín y es en esta ciudad en la que se desarrolla lo principal de la narración en la que nos van mostrando los diferentes ambientes, siempre lo más moderno y avanzado. Se trata de un mundo y una forma de vida radicalmente diferente de la que yo conozco y seguramente por eso me ha interesado mucho la novela, a pesar de que hay multitud de términos que se utilizan de los que desconozco totalmente su significado. También es interesante lo que se cuenta de dos viajes que hacen, uno a Lisboa y otro a Sicilia.

Además de los aspectos más básicos de su vida cotidiana, se tratan temas como las redes sociales, las migraciones y los refugiados (están en 2015 cuando el máximo de llegadas a Alemania), la cocina y las nuevas formas de alimentarse, la sexualidad e incluso el sector inmobiliario.

Como se ve, un amplio abanico de temas que no por tratarse brevemente, el libro tiene solo 166 páginas, se hace de forma superficial. Es curioso que al mismo tiempo que leía este libro, leía también otro, Por qué los alemanes lo hacen mejor, en el que aparecen algunas cosas sobre Berlín y sus gentes que coinciden con las que cuenta Latronico.

Termino este comentario reproduciendo un largo fragmento que explica muy bien el sentimiento de estos jóvenes y, al mismo tiempo, una idea que tengo desde hace mucho tiempo sobre la gran diferencia de mi generación (o al menos de muchos de nosotros) con respecto a otras que han venido después: 

“Les habría gustado tener veinte años en el 68, o haberse manifestado en la caída del muro. Para las generaciones anteriores había sido mucho más fácil entender quién se era, de qué parte se estaba. Los problemas de entonces, si bien más acuciantes, parecían también más fáciles de resolver de forma clara. Hoy las opciones eran demasiadas y cada una de ellas se extendía en una selva de bifurcaciones que acababa excluyendo cualquier posibilidad de cambio drástico. El futuro más revolucionario que eran capaces de concebir era la paridad de género en los consejos de administración, los coches eléctricos, el vegetarianismo. Anna y Tom envidiaban no solo a quienes habían podido luchar por un mundo radicalmente distinto, sino incluso a quienes habían sido capaces de imaginarlo.” (p. 95-96)

Hay una buena reseña de César de Bordons en diariodesevilla.es.

 

Vincenzo Latronico, Las perfecciones. Traducción Carmen García-Beamud.

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