Towles, como ya he
tenido ocasión de decir al comentar otros dos libros suyos, es un buen escritor
y, sobre todo, un gran creador de personajes. Posee una escritura, aunque no me
guste especialmente la palabra, elegante independientemente del ambiente en el
que desarrolle sus historias.
Este libro se compone
de seis relatos y una novela corta (bueno, tiene 230 páginas, pero para lo
habitual en el autor sí se puede catalogar así).
Los seis relatos son
enormemente variados en los temas que aborda e incluso en algunos aspectos
formales. Cinco me han parecido muy logrados y el otro, el último, menos.
Solo mencionaré dos. En
el primero, La cola, sitúa la acción nada menos que en la Rusia
revolucionaria en la que un joven se da cuenta de que puede hacer un buen
negocio haciendo cola para otra persona en las múltiples que se forman para
comprar cualquier tipo de producto. Se atisba aquí una crítica al régimen que
se estaba implantando en el país, pero el protagonista termina yéndose a vivir
a Nueva York lo que aprovecha Towles para criticar también al capitalismo. En El
traficante, cuenta la historia de un señor que acudía a los conciertos del
Carnegie Hall para, de forma oculta e ilegal, grabarlos y que así los pudiese
escuchar su mujer que estaba enferma. Es denunciado por otro asistente que ve
cómo lo hace.
Por lo que se refiere a
la novela tengo que reconocer que no me ha gustado ni me ha llegado a interesar
en ningún momento. Tiene una primera parte un tanto pesada, y cuando quiere
introducir algo de acción -la trama tiene algo de novela policiaca-, no solo es
demasiado tarde sino que no encaja bien con todo lo anterior.
Eso sí, como decía al
principio, el libro está lleno de personajes curiosos e interesantes, de buenos
diálogos y de historias originales.
Hay una buena reseña y
muy completa de Marc Peig en unligroaldia.blogspot.com.
Amor Towles, Mesa
para dos. Traducción Gemma Rovira Ortega.