miércoles, 6 de abril de 2016

El penúltimo Black



Sexto libro que leo de la serie protagonizada por el forense doctor Quirke. Es el último traducido y creo que hay ya otro publicado en inglés.
Puede que sea el mejor o, al menos, está entre los dos mejores de la serie. Como de costumbre, pero seguramente más aún en este caso, la trama criminal y policial del caso importa bastante poco. Un joven periodista es brutalmente asesinado en las primeras páginas, pero pronto el asesinato dejará paso al núcleo de la novela que es como de costumbre el conjunto de problemas de los protagonistas y de las relaciones entre ellos. Como dice Laura Fernández en su magnífica reseña de elconfidencial.com:
“(…) porque Benjamin Black no se limita a construir historias, Black, como Banville, como los maestros, crea personajes que no son sólo personajes, que están vivos, en un mundo paralelo al nuestro, el mundo de la Literatura, con mayúsculas”.
Esta es la gran virtud de estas novelas de Black y lo que hace que se lean con tanto interés aunque la investigación que lleven a cabo, ya sean Quirke o el inspector Hackett (presente también en todas las novelas de la serie), no revistan particular complicación ni especial suspense.
Una vez más Quirke y su hija Phoebe son los grandes protagonistas y volvemos a encontrarnos con su pasado complejo y su presente lleno de dificultades afectivas.
Por supuesto, no faltan los pubs, Dublín,  el tabaco y el alcohol en la mayor parte de las escenas, ni las referencias críticas a la Iglesia católica que es una de las señas de identidad de las novelas de la serie. En este caso con una presencia más acentuada. Especialmente interesante es la parte en la que el autor  refleja el mundo de los quincalleros irlandeses, los tinkers,  muy parecido al de los gitanos en sus formas de vida, pero no en su etnia.
En fin, entretenimiento garantizado con una buena calidad literaria. Ahora queda esperar la traducción del siguiente.




Benjamin Black, Órdenes sagradas

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