martes, 11 de enero de 2022

Una realidad poco conocida


En mi caso lo habitual es que si leo un libro del que luego hacen la película vaya a verla. Esta es una de las pocas veces que recuerde en las que ha sucedido al revés. Me gustó mucho la película y cuando la vi reconozco que desconocía la existencia del libro de Bruder. Soy bastante seguidor de la editorial que lo ha publicado -en este blog hay una buena muestra de sus libros-, sin embargo se me había pasado este. Fue un buen amigo el que me recomendó su lectura aunque hubiese visto la película. Tenía mucha razón porque en el libro hay un mayor análisis y crítica de lo que está sucediendo en ese país.

La autora estuvo tres años y recorrió 24.000 kilómetros acompañando a gente que vive practicando el nomadismo en diferentes tipos de vehículos. En los agradecimientos al final del libro habla de “un par de centenares que le brindaron su tiempo”.

Esta gente queda más o menos descrita ya desde el Prefacio en las siguientes frases:

Se autodenominan simplemente “personas sin casa”, “sin una vivienda fija”.

Por su aspecto y sus ideas, son mayoritariamente gente de clase media.

Para llenar el estómago y el depósito de gasolina, trabajan duramente largas jornadas en pesadas tareas manuales.

Siguen adelante reconfortados por una certeza.

Un aparcamiento es el único espacio libre y gratuito que aún queda en Estados Unidos”. (p. 9 y 10)

Faltaría añadir que son muy mayoritariamente blancos y que hay una gran cantidad de mujeres, de hecho la autora se centra mucho en la historia de Linda May, una mujer a la que ve trabajar como anfitriona de campamentos o en el “equipo de campistas” de Amazon, pero alguien que ha sido también dependienta en una tienda, cigarrera, o camarera de casino. Es la gran protagonista del libro y con ella vamos recorriendo diversos trabajos, por lo general duros y mal remunerados, y asistiendo a las curiosas reuniones, las Rubber Tramp Rendezvous, que tienen lugar en diferentes zonas sobre todo de Arizona (aprovechando su invierno más templado) a las que acuden decenas o centenares de personas que tienen el nomadismo como forma de vida. Estas reuniones permiten a Bruder, y por lo tanto a nosotros,  entrar en contacto con muchas y variadas personalidades.

No lo he dicho antes y hay que remarcarlo: muchos de los nómadas son jubilados y jubiladas a las que no les da la pensión para mantener una vivienda, personas a veces con más de setenta años que hacen trabajos bastante penosos. Ya se mostraba en la película algo de esta realidad, pero en el libro se dedican muchas páginas a describir el trabajo que hacen en almacenes de Amazon -un trabajo temporal muy típico para los nómadas-,  unos almacenes que llegan a tener el tamaño de hasta 19 campos de fútbol y en los que estas personas trabajan caminando, sobre suelos de cemento, en largas jornadas que llegan, como en uno de los que tuvo Linda, a ser desde las 18 horas hasta las 4,30 de la madrugada con dos pausas de descanso de 15 minutos y otra de 30 para comer algo.

Además de los jubilados, abunda la gente que ha perdido la casa por diferentes razones (una habitual fue la caída del precio de la vivienda por la crisis de 2008 y el no poder seguir pagando la hipoteca) y también hay algún separado que tiene que pasar la pensión a su exmujer.

He mencionado ya a la empresa Amazon y es que aparece muchas veces a lo largo del texto porque es un negocio que necesita gente en épocas determinadas del año y el nomadismo se adapta muy bien a eso. Como ya se ha visto por el caso antes expuesto no sale muy bien parada, pero tampoco lo hace cuando, después de ser denunciada por problemas en la espalda debido al exceso de peso transportado o por la existencia de descargas estáticas, las inspecciones de trabajo le dan la razón a la empresa.

En fin, es un libro del que se podría escribir largo y tendido porque no es sino una buena muestra de los enormes fallos del sistema económico y social en el que vivimos. Tiene además la ventaja de que habla de la gente concreta que lo padece.

Para terminar quiero dejar constancia de un par de visiones de dos personas que viven de ese nomadismo. La primera es una cita del blog de LaVonne y la segunda de una entrada del Facebook de Linda May:


“Encontré a mi gente: un conjunto variopinto de seres inadaptados que me rodearon de cariño y aceptación. Cuando digo inadaptados no quiero decir perdedores ni desertores. Eran todas y todos ellos ciudadanos estadounidenses capaces, compasivos, trabajadores, a quienes se les había caído la venda de los ojos. Tras una vida dedicada a perseguir “el sueño americano”, habían llegado a la conclusión de que todo eso solo era una gran estafa” (p. 197)

“Nuestra economía se sostiene sobre la espalda de gente esclava que mantenemos retenida en otros países, como China, India, México, cualquier país del tercer mundo con una fuerza de trabajo barata, donde no tengamos que verla mientras podemos disfrutar, en cambio, del producto de su trabajo. Esta empresa estadounidense (se refiere a Amazon) es probablemente la mayor propietaria de esclavos del mundo.

Después de enviar este mensaje añadió: Radical, lo sé, pero es lo que me viene a la cabeza cuando estoy en el trabajo. En ese almacén no hay nada que valga la pena. Esclaviza a los compradores que usan sus tarjetas de crédito para comprar esas porquerías. Los obliga a trabajar en empleos que detestan para pagar sus deudas. Es francamente deprimente estar aquí.” (p. 304)

Finalmente, en el siguiente fragmento Bruder sintetiza muy bien de qué va el tema:

 “Durante ese tiempo también había explorado los medios de comunicación -electrónicos, en papel impreso, radio y televisión- en busca de cualquier información relativa a esa subcultura. Buena parte de lo que había encontrado presentaba ese estilo de vida como una opción placentera o a veces incluso como una afición extravagante, y no como una estrategia de supervivencia en una época en que el aumento de su precio está expulsando de las viviendas tradicionales a un segmento de la población estadounidense que a la vez tiene dificultades para ganar un salario digno.” (p, 213) 

A pesar de lo extenso que me ha quedado el comentario, soy consciente de que me dejo muchas cosas fuera, pero sobre todo de que no he dicho nada de la multitud de sensaciones y reflexiones que su lectura provoca. Es uno de esos libros que no se olvidan fácilmente. Ahora tengo que volver a ver la película y ver si reconozco a algunos de los nómadas que aparecen.

Hay una magnífica y muy completa reseña de Juanjo Villalba en smoda.elpais.com.

 

Jessica Bruder. País nómada. Supervivientes del siglo XXI. Traducción Mireia Bofill Abelló.

 

 

 

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