lunes, 14 de noviembre de 2022

Buen escritor mexicano


De Herrera he leído ya dos libros: una novela corta hace varios años y más recientemente una especie de reportaje sobre el incendio en una mina. Ambos me parecieron espléndidos y de ambos me llamó la atención el empleo que hace el autor del lenguaje. En poco tiempo he tenido la ocasión de conocer la obra de tres escritoras mexicanas en las que una de las cosas que destaca es, precisamente, el uso magnífico que hacen del lenguaje. Me refiero a: Fernanda Melchor, Brenda Navarro y Sylvia Aguilar.  De las tres hay libros comentados en el blog. Insisto en este aspecto porque es lo que más me ha llamado la atención y más me ha gustado de este libro de Herrera.

Imagina el autor lo que vivió Benito Juárez en Nueva Orleans cuando se exilió allí el 29 de diciembre de 1853 y donde permaneció hasta junio de 1855.

Dice Herrera al final de la introducción en la que pone al lector al tanto de lo que va a leer:

 

“Toda la información sobre la ciudad, los mercados de gente, los mercados de comida, los crímenes diarios, los incendios semanales, puede corroborarse en documentos históricos. Ésta, la historia verdadera, no”. (p. 8)

 

Así, las interesantes informaciones que da sobre, por ejemplo, los creoles y los grupos sociales que habitan la ciudad, sobre el tráfico de esclavos y el de mujeres o  sobre las celebraciones del Mardi Gras, responden a la realidad. Lo que le sucede a Juárez y al pequeño grupo de exiliados que le acompañan son pura ficción.

Como decía antes, yo destacaría del texto el estilo, el lenguaje (no siempre fácil de entender y seguir), es decir, los aspectos más formales de la novela. Sobre el contenido, formado fundamentalmente por un conjunto de escenas con variados protagonistas, tengo que reconocer que no siempre he sido capaz de seguirlo, que hay escenas cuyo verdadero significado (bueno, el que el autor haya querido darle) me he perdido y, en definitiva, que no he seguido demasiado bien la historia. Sin embargo, también tengo que decir que no me ha importado tampoco demasiado, el placer de la lectura se imponía. Además, hay capítulos como el que dedica a hablar del verano y el calor que me parecen muy logrados.

Una novela corta, apenas tiene 181 páginas en tamaño bolsillo, que se sale de lo habitual.

 

Yuri Herrera, La estación del pantano.

 

 

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