domingo, 30 de julio de 2023

Una de la mafia



Creo que es de las primeras novelas de este género que leo. Mientras que el cine de gánsteres siempre me ha gustado, no he tenido nunca interés por ese género en la literatura. Es algo que, ahora que lo escribo, me resulta un tanto extraño. Pasé muchas horas, por ejemplo, viendo la serie Los Soprano, de hecho veía varios capítulos seguidos; qué decir de las distintas partes de El Padrino y, remontándome ya a la prehistoria, aún recuerdo nombres y alguna escena de Los intocables de Elliot Ness o, volviendo a tiempos más cercanos, todo lo de Scorsese. En definitiva, muchísimo cine y apenas nada en los libros a pesar de que dedico más tiempo a la lectura que al cine.

Por todo lo dicho, no tengo forma de comparar esta novela con otras del género. Lo que sí puedo afirmar es que en general me ha gustado y me ha parecido que está muy bien escrita.

No tiene mucho sentido hablar de la historia en una novela así. Hay tres personajes protagonistas: Joe Zucco, un jefe de la mafia local de New Jersey, y Harry Strega y Charley Flowers, dos matones que trabajan para él. A lo largo de las 443 páginas de la novela hay multitud de episodios violentos en los que se ven implicados los citados y otros matones que trabajan para Zucco. Quizá se podría destacar que se trata de una violencia muy extrema en algunos casos, por citar solo uno, eso sí, el más duro, uno de los sicarios va cortando trozos de carne estando aún vivo el hombre al que Zucco ha pedido que maten con mucho sufrimiento.

Se ha comparado esta novela con la serie Los Soprano que antes mencionaba. Es cierto que tiene muchos puntos en común, pero quizá la diferencia mayor estriba precisamente en este tipo de violencia.

Al mismo tiempo hay un capítulo en el que Flowers tiene una larga conversación con otro compañero del trabajo sobre los italianos y sobre las mujeres que en el contexto de la novela resulta muy curiosa.

Stevens es magnífico describiendo personajes a veces hasta el más mínimo detalle. Lo mismo cuando describe los lugares en los que se desarrolla la acción; edificios medio destruidos o semiconstruidos, escombros y basura por todas partes, hierros oxidados y paredes sin pintar, en definitiva, unos lugares donde no apetece mucho vivir.

Seguramente me animaré con algún otro libro del autor si Sajalín se anima a publicar más títulos. Me ha resultado una experiencia interesante, aunque, eso sí, no para tenerla menudo.

 

Shane Stevens, Ciudad muerta. Traducción Óscar Palmer.

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