Desde que en 2015 leí su libro sobre Buffalo Bill, no he dejado
de leer ninguno de los que ha venido publicando la editorial Tusquets. Todos me
han parecido muy recomendables porque al interés de los diferentes y muy
variados temas que tratan se une la magnífica escritura del autor y, algo
importante para mí, el hecho de que es capaz de contar historias relevantes en
menos de 200 páginas.
Este que ahora comento se sale de esa tónica ya que tiene 367
páginas. El libro es muy anterior, fue publicado en 2009, al resto de los
traducidos hasta ahora y me parece un libro bastante irregular y algo confuso y
aburrido a veces, aunque tiene también una magnífica escritura que compensa
algunos de sus defectos,
El libro se centra en los años 30 del siglo XVI y en la
conquista del imperio inca por parte de Francisco Pizarro y varios de sus
hermanos (Hernando sobre todo), así como de Diego de Almagro. Tiene muy buen
inicio y también un gran final, pero hay muchas páginas en medio que, como
decía antes, resultan algo confusas tanto espacial como cronológicamente.
Vuillard es un magnífico narrador que utiliza además un lenguaje
muy literario que hace que el lector disfrute de la mera lectura, pero yo estoy
acostumbrado a obtener algo más de sus libros y, desde luego, a no aburrirme
nunca.
La visión que ofrece de esos conquistadores no es precisamente
la que se ha vendido en España durante mucho tiempo que, por cierto, ahora está
volviendo con fuerza. Vuillard reconoce su esfuerzo, describe las penalidades
de todo tipo por las que tuvieron que pasar y, al mismo tiempo, el impulso
constante que les llevó hacia adelante a pesar de ellas, claro que la
compensación, el oro, también era un buen acicate.
Un par de fragmentos como ejemplo de esa visión:
“Los conquistadores en materia de derechos, eran evidentemente muy bastos. Un espadazo era suficiente para romper un acuerdo. Los notarios no abundaban tanto como los asesinos, y los pupitres eran menos sólidos que las láminas de acero. La sangre borraba la tinta. La evidencia de una ganancia difuminaba las promesas”. (p. 199)
“Contra los indígenas todo estaba permitido. Sodomía, violación
de mujeres, de niños, canibalismo,
poligamia.
(…)
Pizarro violó a una esposa del Inca que tenía prisionera. Después de haberla violado, la quemaron”. (p. 347 y 348)
Un fallo del libro en mi opinión es que no se mencionan las
fuentes que ha utilizado para un texto que trata de sucesos históricos. En
algún momento sí hace alusión a un par de cronistas, pero me parece
insuficiente para un libro tan voluminoso en el que hay descripciones muy
concretas como, por ejemplo, la batalla de Las Salinas entre las tropas de
Pizarro y de Almagro por el dominio de Cuzco.
En definitiva, un libro interesante y muy bien escrito aunque
para mí está por debajo del resto de los traducidos hasta ahora. Creo que puede
ser significativo el hecho de que se haya priorizado la publicación de los
otros antes que la de este.
Éric Vuillard, Conquistadores. Traducción Félix Terrones.
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