lunes, 20 de enero de 2025

Entretenimiento de calidad

 

En relativamente poco tiempo he conocido a tres escritores estadounidenses que tienen en común una gran capacidad narrativa no exenta de calidad. Son: Douglas Kennedy, Scott Spencer y ahora tengo que añadir a este Dominick Dunne.

Del primero he leído todo lo traducido. De los otros dos solo un libro, pero creo que no será el único. Hacen un tipo de literatura que viene muy bien para determinados momentos vitales en los que se necesita concentrarse en las historias que te cuentan y olvidarse un poco del ambiente tóxico del país.

Al buscar alguna reseña tras la lectura del libro, me he encontrado con la sorpresa de que el argumento tiene que ver con unos hechos que sucedieron realmente en 1975 que el autor conoció en 1991 coincidiendo nada menos que con la resolución del caso del asesinato de su hija, la actriz Dominique Dunne. El autor colaboró en la reapertura del caso de los setenta.

El libro no es una novela policíaca aunque en el primera página aparezca ya un asesinato, sino un magnífico reflejo de algunos sectores de la clase alta estadounidense. La protagonista es una familia irlandesa católica que se ha hecho rica a partir de unos ascendientes que fueron cocinero y fontanero y que, por ello, no son aceptados con normalidad en los círculos en los que se mueven.

Uno de los grandes aciertos de la novela es la buena caracterización de los principales personajes, desde Gerald, el patriarca que todo lo dirige y todo lo puede, a Grace, esa madre de misa y rosario diario que, al mismo tiempo, se va frecuentemente de compras a París, pasando por Constant, el hijo preferido del padre en el que ha puesto sus mejores esperanzas, que es

el coprotagonista de la historia junto con el narrador, su amigo Harrison. Además, está el resto de los miembros de la familia.

Con estos mimbres, Dunne va tejiendo una trama de relaciones entre ellos con el fondo del asesinato que, como decía, presenta ya en la primera página. Unas relaciones en las que los secretos y las mentiras son algo habitual.

El autor utiliza nada menos que 473 páginas para contar la historia, algo que me ha parecido un tanto excesivo. Creo que le sobra algo de la segunda parte en la que se aleja de la familia para centrarse sobre todo en el narrador que se ha convertido en un escritor famoso. (No sé qué me está pasando últimamente, pero en muchas novelas hay un momento en su parte central que empiezan a cansarme, aunque luego las suelo retomar con gusto).

En todo caso, creo que se trata de un escritor interesante al que hay que volver a leer aprovechando que la misma editorial ha publicado varios de sus libros.

 

Dominick Dunne, Una temporada en el purgatorio. Traducción Eva Millet.

 

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