miércoles, 26 de febrero de 2014

ANDAMIO monográfico: el nacionalismo

Asumiendo el riesgo de resultar un tanto esquemático y simplificador, yo diría que en la historia del nacionalismo ha habido cuatro momentos decisivos muy diferentes en casi todo salvo en el auge de la idea.
El primero. Su surgimiento con la Revolución francesa y la idea de la soberanía nacional así como la necesidad de conseguir un mercado nacional. Se ha hablado, con bastante razón,  de un nacimiento en función de las necesidades de la burguesía y, por lo tanto, se ha descrito durante mucho tiempo el nacionalismo como burgués. En España, por ejemplo, surge la idea nacional precisamente en las Cortes de Cádiz. En todo caso, este primer nacionalismo surge en estados preexistentes y conforman así lo que se llamará un estado-nación.
A lo largo del siglo XIX en muchos países europeos se va consolidando esta idea y se forma una parte de los estados actuales (Bélgica independizándose del Imperio, Alemania o Italia unificando diferentes territorios, etc).
Mientras tanto, se están gestando otras ideologías y otras prácticas que tendrá el internacionalismo como bandera. Obviamente, me refiero al marxismo y al anarquismo.
El segundo momento vendrá tras la primera guerra mundial con el planteamiento por parte del presidente Wilson del derecho de autodeterminación para los territorios de los imperios derrotados en el conflicto. Fruto de este derecho se constituirán varios estados en la Europa central y oriental. Nuevamente el impulso para estas nuevas naciones vendrá dado principalmente por sectores burgueses en alianza con sectores intelectuales.
Después de la segunda guerra mundial, asistiremos al tercer gran momento de formación de estados. Será en este caso la O.N.U. la que proclame el derecho de autodeterminación para los territorios que estén en situación colonial. Es una nueva “primavera de los pueblos” que dará lugar a la aparición de multitud de países pero con una clara diferencia con respecto a lo que había sucedido hasta entonces; se trata de la confluencia de intereses entre los sectores burgueses y los sectores populares (representados principalmente por los partidos comunistas) por primera vez coincidentes en la idea de la construcción nacional. No es el momento ni el lugar para hablar de ello, pero no es casual este cambio en la idea que la izquierda tenía del nacionalismo; basta con recordar la enorme influencia que tuvo, por ejemplo, el libro de Frantz Fanon, Los condenados de la tierra.
El cuarto y por ahora último momento ha tenido lugar muy recientemente a raíz de la desaparición de la URSS y del “mundo” comunista que ha dado lugar a la aparición de un buen número de estados en algún caso, como en Yugoslavia, con una guerra de por medio y la aparición de un nacionalismo de corte etnicista que no se conocía desde la desaparición del nazismo.
Todo lo anterior viene a cuento para intentar dar una opinión muy resumida sobre lo que está sucediendo en España con Cataluña. El nacionalismo catalán es muy antiguo pues comienza a mediados del siglo XIX, tiene su gran momento en la II República liderado por ERC y vuelve a resurgir con fuerza con la transición. En ese resurgimiento, ERC ha sido sustituida por CiU, un nacionalismo más cultural y, en aquellos momentos, poco independentista. Este grupo ha estado gobernando hasta hoy la autonomía catalana con muy ligeras interrupciones. Sin embargo ahora, después de más de treinta años, el nacionalismo de corte más político, es decir, el que quiere conseguir un estado propio (estado-nación), crece de forma importante hasta convertirse en mayoritario al menos a nivel parlamentario. En este contexto plantea la necesidad de una consulta popular sobre una posible independencia que ya tiene fecha fijada en noviembre de 2014. Por cierto, que Escocia hará algo similar en el mes de mayo próximo.
A partir de ahí, se ha desatado la caja de los truenos en el resto de España. El referéndum es ilegal, los catalanes quieren irse cuando ya han sacado todo el jugo que han podido a España, si se vota tendrían que hacerlo todos los ciudadanos del estado,…todo ello aderezado muchas veces con expresiones que es mejor no reproducir.
Hasta aquí, básicamente descripción de hechos. Ahora una pequeña valoración y para entenderla mejor, vaya por delante que, como ya he manifestado muchas veces en el blog, soy profundamente antinacionalista, que esta ideología me parece una de las más nefastas creaciones de la humanidad y que siento un por ella rechazo no solo intelectual y sino también visceral.
La posible consulta es cierto que no cabe en la legalidad actual, pero no sería demasiado complicado cambiarla, bastaría con  tener el coraje político para hacerlo, pero ¿por qué dar esa oportunidad a “los catalanes”? Evidentemente, aunque la realidad se presenta como muy compleja, la respuesta es enormemente simple: porque así lo quiere la mayoría de los habitantes de Cataluña. Y aquí aparece una de las claves más importantes de este tema; el actual deseo de independencia es absolutamente trasversal y afecta a todos los grupos sociales: no es ni burgués ni proletario, ni liberal ni socialista, es prácticamente universal y, además, con movilizaciones que surgen de la propia sociedad y en las que en más de una ocasión los partidos políticos se han visto superados.
En política hay dos errores que, si se cometen, siempre se pagan: no tener en cuenta la realidad y actuar en contra de la opinión mayoritaria. Espero que en este conflicto se termine actuando con la sensatez política necesaria. En caso contrario, la historia está llena de ejemplos de malos finales.
Sé que parece todo lo dicho muy simple y muy sencillo, pero es que realmente lo es si así se quiere.

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