miércoles, 24 de septiembre de 2014

Gran novela sobre un tema poco conocido



“Detrás de Manolis Axiotis, el principal narrador del libro, se esconde un campesino de Asia menor que conoció los batallones de trabajo entre 1914 y 1918, que más tarde vistió el uniforme griego, que vivió el Desastre de 1922, sufrió cautiverio y conoció la cruda vida de un refugiado (…)
Ya jubilado, vino a verme un día para entregarme un cuaderno con sus recuerdos. Se había sentado pacientemente a escribir con sus pocas letras todo lo que había visto sus ojos durante más de sesenta años.
De testigos así obtuve el material que necesitaba para escribir esta novela y ello con el único objetivo de recrear un mundo que se ha perdido para siempre.”
Estas palabras de la autora en el Prólogo escrito en 1962  describen muy bien el contenido y la intención de la novela. Sioritíu, nacida en 1909 en Asia Menor, era muy pequeña cuando se desarrollaron los horribles acontecimientos que se narran, pero ha tenido que contar con muy buenos testigos porque la narración es realmente extraordinaria tanto por lo que cuenta como por la forma de hacerlo. Novela realista hasta extremos de una gran dureza y, al mismo tiempo, no exenta de cierta vena poética.
Huyendo del maniqueísmo que hubiera sido lo fácil  teniendo en cuenta el origen griego de la autora y las matanzas que se relatan por parte de los turcos, no evita mencionar, aunque sea de forma indirecta, las que perpetraron también sus compatriotas.
Una gran novela que pone en contacto con hechos que yo desde luego desconocía totalmente como son los trabajos forzados y posterior expulsión o muerte de los griegos que vivían en Asia Menor durante el imperio otomano tras la caída de este.
Resulta curioso que las dos últimas novelas que he comentado toquen temas parecidos y de la misma época: el genocidio armenio de 195  en la anterior y el Desastre griego de 1922 en esta.
 
 Didó Sotiríu, Tierras de sangre

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