jueves, 11 de agosto de 2016

Decepción alemana



No sé si han sido alguna de las afirmaciones de la contraportada como por ejemplo que el libro “es una auténtico clásico de la literatura alemana” o una traducción seguramente muy mejorable o, simplemente, que no se trate de un libro especialmente bueno, sea como sea, el caso es que no me ha gustado nada.
Tiene un comienzo muy curioso con un cruce de cartas entre un editor y un autor llamado ¿casualmente? Tucholsky en el que el primero le pide un texto ligero para publicar en verano. Debaten sobre los porcentajes que corresponderían a cada uno y se inicia la novela con lo que deducimos que el editor ha aceptado la petición del escritor.
Hablaba antes sobre la traducción. Obviamente no tengo ni idea de alemán, pero en el texto hay multitud de referencias lingüísticas que, además, se manifiestan en el habla de los protagonistas. Pues bien, no hay ni una nota a pie de página del traductor explicándolas y se deduce que ha optado por traducirlas de tal manera que hace que los protagonistas parezcan a veces un tanto estúpidos.
Apenas sucede nada a lo largo de la novela, y la historia de la niña en el internado, que podía haber dado bastante juego, queda en una mera anécdota de la que también se exagera en la contraportada al decir que hay una “amarga y certera crítica de la barbarie y la irracionalidad humanas”.
El autor era un escritor satírico que publicaba principalmente artículos siendo esta su única novela, pero en ella no aparece esa sátira que tanto practicaba.



Kurt Tucholsky, El castillo de Gripsholm. Una historia veraniega

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