domingo, 12 de mayo de 2019

Opera prima de una interesante escritora franco-marroquí




Si en 2016 obtuvo el premio Goncourt con su magnífica novela Canción dulce y el año pasado en esta editorial se publicó su interesante estudio sobre la mujer y el sexo en Marruecos, no me extraña que ahora se traduzca su primera novela que, desde luego, ya anunciaba que se trataba de una buena escritora.
Esta novela se publicó en 2014. Tiene una protagonista casi única, Adèle, una mujer de clase media acomodada, buena profesional (es periodista especialista en asuntos internacionales del norte de África), casada y con un hijo de tres años, pero también con una pasión por el sexo bastante desenfrenada. Esta pasión la lleva a tener aventuras constantes con todo tipo de hombres, desde compañeros de trabajo a amigos de su marido, pasando por los que conoce en un bar y por el sexo de pago.
Escribe Alejandro Luque en su magnífica reseña en msur.es:

“Con el estilo seco, hasta cierto punto frío, que caracterizaba Canción dulce; y con la misma perspectiva omnisciente, si bien muy hábilmente orientada según lo que la autora quiera mostrarnos o dejar a nuestra imaginación, la historia discurre en un clima de tensión progresiva, más afín al thriller que a la novela erótica. De hecho, Slimani cuida mucho el equilibrio de las escenas de cama, de modo que resulten reveladoras a lo justo sin caer en patéticas sobreadjetivaciones.”

Y en este fragmento están todas las claves de esta estupenda novela: el estilo (frase corta y precisa, pocos diálogos y también muy cortos); la tensión, que hace que cueste dejar de leerla esperando saber qué puede pasar; el tratamiento del sexo que, incluso cuando se trata de sexo duro, está hecho sin detenerse demasiado en lo físico, es decir, sin recrearse; y, muy importante, sin juzgar el comportamiento de la protagonista. Se describe, pero no se juzga y tampoco se dan explicaciones de dónde puede venir esa pasión salvo quizá en un par de detalles pero no definitivos.
Casada y con un hijo, pero:

“Tuvo un hijo por el mismo motivo por el que se casó. Para pertenecer al mundo y protegerse de cualquier diferencia con los demás. Al convertirse en esposa y madre, se rodeó de un aura de respetabilidad que nadie puede arrebatarle. Se construyó un refugio para las noches de angustia y un retiro para los días de desenfreno.” (p. 45)

Interesante también el siguiente fragmento sobre lo que significan los hombres para Adèle:

“No recuerda nada en concreto, pero los hombres son las únicas referencias de su vida. A cada estación, cada cumpleaños, cada acontecimiento de su existencia, corresponde un amante de rostro borroso. En su amnesia perdura la sensación vivificante de haber existido mil veces a través del deseo de otros.” (p. 164)

Una novela con una protagonista absoluta y en la que el resto de las apariciones, incluida la de Richard, su marido,  están en función de ella y de su pasión desenfrenada. Una obra bien construida, desarrollada y resuelta que muestran ya lo que puede conseguir esta escritora franco-marroquí de la que seguramente se traducirá su siguiente publicación poco después de publicarse en Francia.
Hay un interesante artículo de Carles Geli en elpais.com en el que además de reseñar el libro se reproducen algunas opiniones de la autora.

Leila Slimani, En el jardín del ogro. Traducción Malika Embarek López.


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