Inexplicablemente han pasado cinco años desde que
comenté Cerco I, el libro que inicia esta trilogía de la que, por
cierto, no se ha publicado, al menos que yo sepa, el tercer volumen. Digo que
me resulta inexplicable porque me pareció un gran descubrimiento por lo que
enseguida compré este segundo volumen que, sin embargo, ha estado aparcado
entre los libros pendientes hasta hace unos días.
Tiller sigue en este el mismo esquema del anterior.
Tres personas le cuentan a David, alguien que ha perdido la memoria y pide a
amigos y familiares que le ayuden a recuperarla, cosas de las relaciones que
tuvieron con él en los años ochenta, en su época de juventud. Al mismo tiempo,
estas personas cuentan algunos aspectos de su vida en la actualidad en el año
2006.
Son tres personas muy diferentes en cuanto a formas de
ser y a su relación con David que le sirven a Tiller para contar una buena
variedad de problemas en las relaciones tanto familiares como de amistad.
También, como pasaba en la anterior entrega, para denunciar una serie de
aspectos criticables de la sociedad noruega como, por ejemplo, el machismo
(tanto en los años 80 como en 2006), el odio a los homosexuales, el “festín”
del consumo de los 80, la violencia de género, el desclasamiento o el rechazo a
la gente de ciudad (todos los personajes viven en núcleos rurales).
Más allá del interés que puedan tener estos temas, la
principal virtud de la escritura de Tiller radica en la agilidad narrativa que
tiene y lo bien que construye los diálogos tan importantes a la hora de narrar las
relaciones, especialmente las que se producen en los ochenta cuando tanto David
como los que le escriben son adolescentes.
Una novela muy interesante y recomendable de un
escritor que es, además, doctor en Historia, dramaturgo y miembro de una banda
de rock.
Carl Frode Tiller, Cerco II. Traducción
Cristina Gómez y Oyvind Fossan.
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