jueves, 27 de febrero de 2025

Irregular autobiografía

 

Soy un gran aficionado al jazz. De hecho es prácticamente la única música que escucho en los últimos años y, dentro del jazz, son los tríos con lo que más disfruto. Mehldau es, precisamente, un pianista que ha publicado bastantes discos con esa formación y, también, es uno de los pocos intérpretes conocidos a nivel internacional a los que he tenido el placer de escuchar en directo.

Por todo eso, me hizo especial ilusión encontrar esta autobiografía teniendo en cuenta, además, que son pocos los libros tanto biográficos como autobiográficos de músicos de jazz que se traducen y publican en nuestro país.

Desgraciadamente el libro me ha defraudado. A pesar de su extensión, 425 páginas en gran formato, se centra en sus años de juventud y en sus inicios en el jazz, esto es en los ochenta y primera mitad de los noventa (Mehldau nació en 1970). Es decir, no habla de sus mejores años como intérprete, aunque es cierto que sí refleja muy bien lo que era esa música en el Nueva York de esos años.

El libro es tremendamente irregular para un lector de mis características, esto es, alguien que disfruta con esa música pero que, al mismo tiempo, desconoce totalmente la teoría musical. Me gusta cuando habla de los músicos y me pierdo cuando lo hace de la música que hacen.

Por otra parte, el libro está lleno de momentos en los que se explaya en reflexiones filosóficas e incluso a veces religiosas que, sinceramente, ni me interesan especialmente ni en muchos casos entiendo.

También encuentro excesivo el espacio que dedica a sus problemas en el colegio con su grupo de amigos. Es obvio que fue una época muy importante para el autor, pero creo que se pueden entender sus problemas sin necesidad de dedicarles tanto espacio. En este sentido, tengo la impresión de que Mehldau ha debido de tener muchas horas de terapia porque hay mucho psicologismo en las apreciaciones que hace en este tema de la amistad en general y de las preferencias sexuales en particular.

Desde luego, no sé si es un pianista de jazz al uso porque hay autores como Thomas Mann, Joyce, Adorno o Bloom que están muy presentes en el libro, un texto en el que aparece muchas veces, aunque tampoco sé si es lo que él pretende, como un intelectual.

En general, hay muchas páginas por las que he pasado muy por encima, si bien le reconozco un doble mérito: por un lado, la capacidad de reflexionar en profundidad sobre tantos temas y, por otro, la gran sinceridad con la que se manifiesta en aspectos como, por ejemplo, su consumo de drogas que durante una época le tuvieron al borde del colapso.

En fin, creo que es un libro que gustará a los seguidores del pianista sobre todo y a algunos seguidores del jazz, pero que no es demasiado interesante para el resto.

En cualquier caso hay que agradecer a esta editorial la publicación de este tipo de libros y esperar que lo hagan con alguna otra biografía o autobiografía de músicos de jazz.

 

Brad Mehldau, Un canon personal. Traducción Juan Manuel Ruiz Pardo.

 

 

 

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