jueves, 6 de marzo de 2014

Volviendo a intentarlo




Desde finales de los ochenta no había vuelto a leer nada de la autora. Leí entonces: El conservador, La hija de Burger y Un invitado de honor. Recuerdo que me gustaron, que tenían bastante que ver con la realidad de su país y que frente a esa realidad adoptaba una actitud valiente de crítica del apartheid.
Luego vino una época en la que poco a poco fui dejando de interesarme por la literatura anglosajona que ha llegado hasta el momento actual en el que es raro que lea a estos escritores. Reconozco que obedece más a una manía que a otra cosa, también a un cierto cansancio ante un determinado tipo de historias y forma de contarlas y, además a que me he ido interesando por otras literaturas como se puede comprobar en este blog. No obstante, de vez en cuando, y por distintas razones vuelvo a leer algo de Auster o de Amis o, como es el caso, de Gordimer; o descubro a nuevos autores como Anderson o Fante (ambos fallecidos hace tiempo).
Todo esto vine a cuento para introducir el comentario de este libro interesante unas veces, hermoso otras, pero también un poco pesado y excesivamente prolijo en el desarrollo de algunas situaciones.
Historia bien contada; temas muy de actualidad en Sudáfrica como: la corrupción política, las protestas estudiantiles, los problemas de la educación tanto secundaria como universitaria, la xenofobia producida por la llegada de inmigrantes de los países cercanos,…que a veces resultan un tanto difíciles de entender por desconocimiento de aquella realidad; algunos personajes llamativos como la pareja protagonista   (un matrimonio mixto) que luchó por el cambio político y ahora están desencantados y el padre de ella, negro, acérrimo partidario del presidente Zuma al que disculpa cualquier error que cometa.
Novela comprometida como es habitual en la autora. Si antes combatió el apartheid, ahora critica con dureza a los diferentes gobiernos lo que demuestra su valentía y su compromiso con determinados valores.
Y, sin embargo, me deja un cierto regusto amargo por muchas páginas que, siento ser siempre tan pesado con esta idea, me parece que sobran y que la hacen un tanto reiterativa y pesada.
Dejo el enlace con un interesante entrevista con la autora.
 
P.D. Se me olvidaba, al hablar del distanciamiento de la literatura anglosajona, que hay un autor, Coetzee, del que he leído prácticamente todo lo traducido seguramente porque tanto sus temas como su forma de tratarlos se salen de lo habitual y tienen una gran fuerza.
 
Nadine Gordimer, Mejor hoy que mañana

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