jueves, 27 de marzo de 2014

Una experiencia seguramente irrepetible




Realmente me faltan palabras para calificar esta inmensa obra, este documental creo que único por su duración (más de nueve horas), elaboración, rotundidad y dureza.
A lo largo de doce años, entre 1973 y 1985, Lanzmann realizó entrevistas a supervivientes de los campos de exterminio, verdugos, testigos (a la mayoría yo los calificaría más bien de espectadores) y a un historiador (R.Hilberg, autor de una monumental obra sobre el tema). Hay entrevistas en Alemania, Polonia, Checoslovaquia, Grecia, Israel, Estados Unidos, etc. Entre los entrevistados hay un predominio claro de judíos procedentes de Polonia entre los supervivientes, y de polacos entre los testigos (esta diferencia, judíos y polacos, la hacen muchos testigos polacos en varias intervenciones). La razón de este predominio es que el documental se centra principalmente en los campos de exterminio construidos en ese país: Treblinka, Auschwitz-Birkenau, Belzec y Chelmno.
Hasta ahora he hablado solo de las palabras, pero si solo se tratase de eso, y sería mucho, no se trataría de un documental tan especial. He leído muchos libros, de memorias en su mayoría, sobre los campos de concentración y sobre el Holocausto, no en balde el primer capítulo de la serie Mis temas recurrentes de este blog lo dediqué a él. También he visto bastantes documentales con imágenes terribles tomadas por los aliados en los momentos de la liberación de los campos. Lanzmann no utiliza nada de estos materiales en ningún momento y, sin embargo, sus imágenes resultan aterradoras, desasosegantes y angustiosas. ¿Por qué?¿Cómo consigue ese efecto?
Hay varios elementos que colaboran a ese efecto. Por un lado, los primeros planos de los protagonistas contando sus experiencias. Todos son emocionantes, pero hay uno de un peluquero en Israel  que fue el encargado de cortar el pelo a las mujeres que iban a entrar en las cámaras de gas en Treblinka que a mí me produjo sensaciones como pocas veces he tenido. En segundo lugar, cuando deja las voces en off relatando los hechos, la cámara de forma muy parsimoniosa se va adentrando por los espacios donde estaban los campos o, en el caso de Auschwitz, por los restos del campo; lugares siempre inhóspitos, lúgubres. También la utilización recurrente de los trenes acompañando las voces, trenes que seguramente por el atraso de Polonia están prácticamente igual que entonces. Finalmente, el uso que se hace del clima y de la luz. Creo recordar que solo muy al final se atisba algún rayo de sol, mientras tanto: brumas, nieve, lluvia,…
Tengo por norma en el blog que los comentarios sean lo más breves posibles y en este ya me he extendido demasiado. Me quedan muchas cosas por comentar como, por ejemplo, la confirmación de mi manía hacia los polacos, algunas imágenes y conversaciones de los testigos que explican mucho de lo que pasó y podría pasar en cualquier momento, algunas de las cosas que comenta Hilberg, etc.
Recomendar este documental es decir poco. Me ha impresionado e impactado como nada lo había hecho hasta ahora. En algún momento me he dado cuenta de que tenía que quitar la tensión que estaba acumulando en los hombros. En fin, una experiencia seguramente irrepetible.
 

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