viernes, 30 de marzo de 2018

La crisis catalana




Hace apenas dos meses que comentaba La superioridad moral de la izquierda, el último libro del autor que ha sido criticado con bastante dureza que se va a quedar muy corta para la que le espera por esta nueva aportación al debate sobre la situación política de nuestro país.
Sánchez-Cuenca divide el texto en tres capítulos y un breve Epílogo. En el primero hace una serie de aclaraciones sobre los conceptos de nación y nacionalismo. En el segundo plantea el interesante tema de quién constituye el demos y luego lo aplica a los casos de los conflictos vasco, con el plan Ibarretxe, y catalán, con la reforma del Estatut.. En el tercero se centra en el debate entre legalidad y democracia para lo que analiza en detalle la situación del sistema  judicial. Finalmente, en el Epílogo plantea  una posible salida del conflicto catalán.
La idea central del libro queda bien resumida en el siguiente fragmento:

“(…) en no pocas ocasiones la democracia se ha definido en el debate político como el cumplimiento de la legalidad, confundiéndose democracia con Estado de derecho. (…) La democracia es también un ideal de autogobierno colectivo en virtud del cual consideramos que las decisiones políticas deberían basarse en las preferencias de los ciudadanos.” (p. 15)

A partir de ahí, quién constituya el demos, base de esa democracia, es fundamental como también lo es cómo se pueda modificar la legalidad. En este sentido está claro que tal y como está planteada en España la reforma constitucional y en referencia a Cataluña:

“Según nuestro Tribunal Constitucional, a los catalanes favorables a la independencia no les queda otra salida que la resignación, pues la única manera que tienen para conseguir sus fines pasa por el procedimiento agravado de enmienda constitucional: en la medida en que los diputados catalanes son una minoría permanente en el Congreso de los Diputados, es evidente que nunca podrán ver satisfecha su demanda, aun si el apoyo a la independencia fuera el cien por cien de Cataluña.” (p. 135-136)

Además, si como está sucediendo se deja en los jueces la solución de un problema cuya base es política, hay que tener en cuenta que:

“Los datos comparados que he ofrecido son ciertamente contundentes. España aparece en todos los casos, ya sea en la opinión pública o en una muestra de jueces, en la peor posición en Europa occidental en cuanto a  independencia judicial se trata.” (p. 179)

En estos fragmentos ya se ve claramente cuál es la posición del autor. Una postura que es difícil encontrar en los análisis que se leen habitualmente en la prensa salvo en medios digitales como eldiario.es o infolibre.es porque, una vez más,  en palabras de Sánchez-Cuenca:

“La crítica al desarrollo judicial de la crisis catalana ha sido tenue. Una parte importante de la sociedad civil parece más interesada en que los líderes independentistas paguen por lo que han hecho que en proteger la democracia. No se ha activado un debate vigoroso sobre los límites de la  actuación judicial ni, más en general, sobre la respuesta del Estado a la crisis constitucional. Las pocas voces que se han podido sentir han quedado rápidamente silenciadas ante el atronador discurso del nacionalismo español.” (p. 180)

A todo lo dicho hay que añadir la demostración de la existencia de un nacionalismo español que ha resurgido con la crisis catalana. Reproduce textos de  algunos “intelectuales” muchos de los cuales ya aparecían citados en La desfachatez intelectual, otro reciente libro del autor que también le supuso fuertes críticas hasta el punto de llegar a hacer una nueva edición en la que ampliaba el texto para responder a estas.
Tengo que decir que estoy plenamente de acuerdo con prácticamente todo lo que se dice en el libro salvo quizá con la siguiente afirmación:

“Los  que tienen un sentimiento de pertenencia a la nación española aceptan tomar decisiones colectivamente, tener unas instituciones comunes y pagar impuestos para el sostenimiento del Estado; asimismo, comparten unas referencias históricas, tienen una lengua común, el castellano o español, y muchos de ellos sienten apego por los símbolos nacionales.” (p. 79)

Yo acepto todo lo que se dice y no tengo ningún sentimiento de pertenencia. Creo que uno de los más graves errores que se cometen cuando se analiza el tema del nacionalismo es el no saber distinguir con claridad lo que supone y significa tener una identidad determinada  de lo que es simplemente considerarse ciudadano de un estado y, por lo tanto, aceptar sus leyes y estar dispuesto a cumplir determinados compromisos sin que ello implique ningún tipo de identificación. Seguramente no somos muchos los que pensamos así, pero también estoy seguro de que vamos creciendo en número.
Sánchez-Cuenca ha vuelto a escribir un libro que no dejará indiferente a nadie y que, seguro, hará las delicias de sus detractores que pueden llegar al éxtasis, y alguno es posible que hasta el orgasmo, ante unos análisis que les parecerán terribles porque buscan la solución de un problema político por medios políticos y sin que suponga la masacre del adversario.
Todo en el libro es interesante, pero a mí particularmente me ha aclarado muchas cosas todo lo que hace referencia al Tribunal Constitucional sobre todo cuando analiza el diferente comportamiento en sus decisiones cuando se trata de ceder soberanía hacia fuera, a la UE, o hacia dentro, a alguna Comunidad Autónoma, o también en la comparación que establece con el TC de Canadá.
Un libro de recomendable lectura si se quiere entender mejor hacia dónde va la democracia en nuestro país si sigue por el mismo camino que hasta ahora en el tema catalán. Además, escrito por alguien que se sale del discurso mayoritario y casi exclusivo en los medios tanto a la hora de establecer culpabilidades, como a la de buscar soluciones; que no tiene reparo en discutir con quien haga falta y en meterse con quienes tienen la facilidad de arrasar con sus discursos en la gran mayoría de los medios; que muestra, en fin, una cualidad no demasiado común en nuestra “clase” intelectual que es la valentía y la independencia.


Ignacio Sánchez-Cuenca, La confusión nacional. La democracia española ante la crisis catalana.


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