sábado, 9 de marzo de 2019

Curiosas memorias




“Una educación es una obra de no ficción. Se han cambiado algunos nombres y detalles distintivos.” Esta frase encabeza la página 8 del libro y resume muy bien de qué se trata porque estamos ante unas memorias como de hecho aparece en su título en inglés: Educated. A Memoir. Además, las memorias de una persona que cuando las escribe apenas tiene treinta años, lo que ya de por sí resulta bastante significativo y más si tenemos en cuenta que el libro tiene 462 páginas en un formato grande. Un libro que ya tuvo un gran éxito en Estados Unidos y que también lo ha tenido en España, al menos en lo que a ventas se refiere.
Westover relata en el libro los principales momentos de su vida desde la infancia en las montañas de su Idaho natal hasta graduarse en Historia después de una estancia en la universidad de Harvard, algo realmente extraordinario si tenemos en cuenta que inició sus estudios a los diecisiete años ya que en su familia, salvo los dos hermanos mayores, los hijos no asistían a la escuela ni primaria ni secundaria. Aquí radica uno de los mayores atractivos que ha tenido para mí la lectura de este libro: ver cómo el fundamentalismo religioso puede trastornar la vida de una persona. Tara Westover nació en el seno de una familia mormona de estricta observancia en la que el padre consideraba socialismo desde la escuela pública a la sanidad por lo que se aprendía en casa y también en casa se curaban las enfermedades.
Decía que este es uno de los mayores atractivos del libro aunque no el único. Otro no menos importante es ver la capacidad de superar esa situación por parte de una joven que, eso sí, contará con la ayuda de más de uno de sus profesores cuando entre en la universidad tras aprobar el correspondiente examen. Una situación a la que hay que añadir el trato o, mejor dicho, el maltrato recibido por parte de uno de sus hermanos (uno de los personajes que aparece bajo seudónimo). Maltrato que se produce, de una u otra forma, a lo largo de casi todo el tiempo de la narración.
En definitiva, es la historia de una superación que la autora cuenta de una forma amena y clara aunque también es cierto que a veces insistiendo demasiado en lo mismo, por lo que creo que el libro ganaría si hubiera tenido bastantes páginas menos.
En esta historia hay dos personajes relevantes, además de la autora, claro, que son el padre y Shawn, el hermano maltratador. Sobre la actitud del primero reproduzco dos fragmentos muy significativos:

 “Yo le había anunciado mi intención de ir a la universidad y me había dicho que el lugar de la mujer era su casa y que debía aprender sobre hierbas medicinales –“la farmacia de Dios”, había apostillado con una sonrisa- para sustituir a mi madre. Dijo mucho más, desde luego, como que me prostituía en pos de los conocimientos del hombre en lugar de buscar los divinos (…)” (p. 187)

“Siempre había sido un hombre severo, que en todos los temas sabía cuál era la verdad y al que no le interesaban las opiniones ajenas.  Nosotros lo escuchábamos a él; nunca sucedía al revés: cuando no hablaba, exigía silencio.” (p. 321)

Oro aspecto interesante del libro es que permite apreciar cómo debe de ser la América profunda en la que Donald Trump tienen su granero de votos más importante. Esa idea del padre de que todo es socialismo seguramente está presente en muchas familias de esas zonas del país.
Un tema que me ha llamado la atención es la gran facilidad con la que la autora obtiene becas de todo tipo, incluso para estudiar en universidades tan prestigiosas como Cambridge o Harvard.
En fin, unas memorias que se leen con cierto interés y con gran facilidad, pero desde luego no un libro tan extraordinario como apuntan algunas críticas.
Hay una buena reseña de Marc Peig en unlibroaldia.com con la que comparto especialmente los aspectos que critica. También hay una entrevista interesante de Andrés Seoane con la autora en elcultural.com.

Tara Westover, Una educación. Traducción Antonia Martín.




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