sábado, 30 de marzo de 2019

Criticando a los modernos



Me gustó mucho el libro que Lenore dedicó a la movida madrileña y la crítica que en él se contenía sobre esa época y sobre cómo se había utilizado políticamente. Ahora ha leído este dedicado también a una época concreta que fue publicado en 2014 y es, por tanto, anterior en varios años al dedicado a la movida.
El tema de los hípsters me interesa relativamente. Está muy lejos de mí tanto por la edad, como por la situación geográfica y los intereses vitales. Sin embargo, he oído esa expresión tantas veces que tenía ganas de enterarme un poco de qué iba el tema.
Tengo que decir, como advertencia previa, que lo que realmente me interesa son los aspectos sociológicos y políticos y no tanto los culturales. En este sentido, hay páginas y páginas de este libro de las que no he entendido absolutamente nada. El autor es crítico musical y mi desconocimiento de la música de estas épocas es enciclopédico. Escucho música a diario, pero siempre se trata de jazz y, de vez en cuando, música clásica. No solo desconozco los diferentes grupos o solistas que se mencionan sino también la mayoría de los conceptos que se utilizan. No obstante, hay suficientes aspectos descriptivos de una época y críticas a la misma que el libro en su conjunto me parece realmente interesante. Hay incluso un capítulo, el 9, en el que bajo el título de Por qué nos hacemos hípsters lo que hay es una fuerte autocrítica.
Reproduzco una serie de fragmentos que explican bien de qué tipo de crítica se trata:
 
 “Ambas culturas, la hispter y la yupi, se parecen porque son mecanismos de distinción. También comparten valores como el culto a la independencia (frente a las relaciones colectivas), el refinamiento estético (frente al compromiso político) o el apoyo a la meritocracia (frente a la lucha por la igualdad).” (p. 32)

 “Quien se mueve entre modernos de Madrid y Barcelona sabrá que impera una enorme tolerancia hacia comentarios del tipo “no puedo quedar para ver el fútbol porque hoy vienen los panchitos a traerme los muebles”, “me han robado en las Ramblas, pero no un marroquí, sino alguien normal” o “yo no voy a la piscina pública porque se ha llenado de peruanos” (todas son literales y las he escuchado personalmente).” (p. 72-73) (Este texto inicia un epígrafe titulado Racismo hípster.)

“La creación de una cultura pop premium (más cara, estirada y con los medios de comunicación de su parte) funciona como herramienta para legitimar el clasismo. El Sónar es un festival pijo de Barcelona, lo cual siempre da derecho al triple de atención mediática que a Monegros, que se celebra en Huesca y suele atraer público de clase trabajadora.
(…)
En realidad, el PSOE fue experto en desactivar cualquier tipo de cultura realmente popular, empezando por las fiestas patronales, que privatizaron y trasladaron a pabellones deportivos alejados de los barrios.” (p. 85)

“No creo que sea casualidad que la década más glamurizada por los hípsters sea la de máxima derrota y desorientación de la izquierda. (…) Básicamente, fueron años del capitalismo rampante, El Fin de la Historia y de partidos socialistas europeos adoptando de manera entusiasta el credo neoliberal.” (p. 135)

“La mayoría de la prensa cultural es reaccionaria porque se concibe como un escaparate de la industria, pero también por su pasividad para cuestionar el modelo político, incluso en momentos de emergencia social como el que vivimos.
Una de las razones principales para meterme en este libro era poner por escrito que apuntarse a la cultura indie, hípster o moderna no me parece un signo de sofisticación, sino de paletismo.” (p. 150-151)

Como se puede apreciar bien en estos ejemplos, Lenore realiza una crítica fundamentalmente política y me atrevería a decir que ideológica de este movimiento o momento cultural.
Esta dura crítica que, como decía antes, no está exenta de la correspondiente autocrítica, hace que no sea precisamente bien recibida en algunos sectores. Así, por ejemplo, David Morán escribe sobre el libro en rockdelux.com (revista en la que, precisamente, escribía antes Lenore):

“Esto es intentar colar como ensayo cultural un artículo de opinión más o menos extenso, con argumentos tan peregrinos como que en los supermercados pijos de Madrid suena Nouvelle Vague (…) o que todos los conocidos del autor aprovechan las escapadas a festivales indies para visitar el centro de arte contemporáneo de la ciudad y engullir el menú degustación del restaurante de moda.
(…)
firma un libro que es poco más que una endeble coraza teórica para justificar su renacer como azote de lo independiente.”

Sin embargo, Carlos Prieto, colega cuando se publica el libro, dice en elconfidencial.com:

“(… )ndies, hipsters y gafapastas es también un libro beligerante que va a levantar ampollas: Lenore reparte mandobles a diestro y a siniestro (la lista de grupos, escritores, directores y medios de tendencias vapuleados en el ensayo es demasiado extensa como para comentarla con detalle). Toda una rara avis, por tanto, en el contexto del periodismo cultural cañí, más amigo de la reseña promocional y la obsesión con las tendencias que de los enfoques conflictivos.”
Reseña que termina con: “En dos palabras: haciendo amigos.”
(Subrayado en el original.)
  
Como se ve, estamos ante un texto que da para mucho debate en el que, por lo dicho al principio, no me atrevo ni a participar ni a adoptar ninguna postura aunque creo que sí debe de tener razón el autor en más de una de sus críticas. De hecho me he quedado espantado cuando en la página 56 habla de la revista Naif como de “revista de tendencias para modernos de cero a doce años.”
De todas formas tengo la impresión de que estos temas ya deben de estar un poco pasados de moda dado lo efímero que se vuelve todo en una época de tan gran aceleración histórica como la que vivimos.
Algo que me ha chocado desfavorablemente es la confusión en varias ocasiones del “por qué” con el “porque”. Me extraña además encontrarlo en un libro editado por Capitán Swing que suele cuidar bastante estas cosas.

Víctor Lenore, Indies, Hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural.







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