martes, 5 de marzo de 2019

Un libro necesario



Estamos ante un libro de denuncia como las propias autoras confirman cuando al final del apartado dedicado a las Reacciones ante lo que está sucediendo afirman:

“Esperamos también que este montón de reacciones valientes sean fuente de inspiración, y que estas acciones no terminen, que no normalicemos la realidad que estamos viviendo y que no nos durmamos. Mientras haya represión, injusticia o leyes injustas, y un mal uso de la ley debe haber reacciones por parte nuestra. Este libro es nuestro granito de arena, nuestra reacción, lo que somos capaces de aportar.” (p. 156-157)

Y no es poco lo que aportan. El libro está dividido en tres partes: en la primera hacen un resumen de las modificaciones que ha sufrido la legislación centrándose en la llamada Ley Mordaza y en la Reforma del Código penal; en la segunda describen multitud de casos, unos más conocidos y otros menos, de represión basada en las modificaciones vistas; y en la tercera describen algunas de las reacciones que se han producido (manifiestos, premios a perseguidos, manifestaciones…) así como sus principales consecuencias como son: la autocensura, la criminalización de la protesta o de la pobreza, y la servidumbre de la información.
En definitiva, se trata de un estudio bastante completo y comprensivo del tema de cómo están ahora en España, en la teoría y en la práctica, los derechos de libertad de expresión y de manifestación. El panorama es realmente desolador y muy preocupante porque da la impresión de que esto no ha hecho más que empezar, de que lo que se pretende es inocular el miedo.
Tal y como se dice en el siguiente fragmento;

“No tenemos ninguna duda de que, si bien muchas leyes se crean como herramientas disuasorias de ciertas actividades, la ley mordaza y los usos que se dan en los últimos años a los artículos de enaltecimiento del terrorismo y de incitación al odio tienen básicamente como objetivo infundir miedo y empujar hacia la autocensura y la desmovilización” (p.136-1337)

Para comprobar su efecto basta acercarse a las redes sociales y leer algunos tuits o entradas en facebook para comprobar cómo funcionan el miedo y la autocensura. (Desde luego en mi caso es muy evidente).
Entre los muchos ejemplos que aportan de denuncias policiales reproduzco uno cualquiera, el de “Emilia Navarrete, que recibió una multa de 100 euros por “falta de respeto a la autoridad” por decirle a su compañera de trabajo en la panadería que le parecía mal que un agente de la policía municipal de Sabadell dejara el coche mal aparcado para ir a comprar una pasta.” (p.85)
En año y medio se recaudaron más de 13 millones de euros en multas tan “consistentes” como esta (cifra que se da en p. 84) lo que indica la frecuencia con la que se producen las denuncias hechas por la policía, un cuerpo del que se dice:

“En reiteradas ocasiones, AI ha llamado la atención sobre la necesidad de que España cuente con mecanismos adecuados de investigación de violaciones de derechos humanos cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad del estado, así como mecanismos de rendición de cuentas de la actividad policial, con personal competente, imparcial e independiente de los presuntos autores.” (p.33) Esta recomendación de AI, como dicen las autoras, “fue ignorada y lo sigue siendo. No hay ningún control sobre las actividades de la policía, ni se rinden cuentas sobre la mala praxis, ni hay prácticamente consecuencias ni sanciones para los policías sobre las denuncias y quejas de los ciudadanos” (p.33)

En fin, son muchas las cosas que se pueden decir sobre el tema y que están tratadas en el libro. Hay una reseña completísima y muy interesante de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com que incluye una breve entrevista con Laura Huerga. También es muy bueno el documental emitido por TV3  el 8 de enero de este año dentro del espacio Sense ficció con el título de “Llibertats empresonades”.
Una reflexión para terminar: El riesgo de estas lecturas o de estos programas de televisión es que tengan el efecto contrario del pretendido, pero, claro, eso pasa siempre con la información. Es labor del lector no dejarse amilanar, lo que no siempre es fácil.

Laura Huerga y Blanca Busquets, Tú, ¡cállate! Sobre el derecho a la libertad de expresión y manifestación.

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