martes, 2 de febrero de 2021

Otra muestra de gran periodismo


Que Leila Guerriero es una gran periodista y una magnífica escritora creo que pocos lo dudarán y no seré yo uno de esos, pero es que, además, se une en ella una característica especialmente difícil de conseguir: es capaz de hacer que el lector se llegue a interesar por cosas y personajes que, al menos de entrada, parecería difícil. A mí me ha pasado varias veces. Por ejemplo, he disfrutado con Opus Gelber, un libro entero dedicado a un pianista argentino prácticamente jubilado; o con el festival de malambo al que dedica el libro Una historia sencilla; o con perfiles como el de una diseñadora de joyas o una bailarina en Plano americano. En definitiva, tiene el inmenso mérito de lograr ampliar el campo de intereses del lector, seguramente porque, como dice el fragmento que la editorial reproduce del diario Clarín, escribe “Historias atemporales que nos recuerdan que siempre es una aventura ponerse en el lugar del otro”

En esta edición ampliada de Frutos extraños, la primera se hizo en 2009, se recogen crónicas, perfiles, conferencias y artículos de opinión escritos sobre todo en la primera década del siglo, aunque se han incorporado varios textos posteriores.

El libro está dividido en tres partes.

En la primera, Crónicas y perfiles, hay veinte textos con cierto predominio de perfiles tan interesantes como los de Fito Páez, Facundo Cabral, un gigante de 2,30 convertido casi en un juguete roto, o el de un empresario de la carne, por mostrar la variedad; y crónicas tan llamativas como las de una joven que mató al bebé que nació fruto de una violación, el papel de la mujer en el negocio de la venta directa o el de la que, algo más que presuntamente, asesinó a tres amigas para ocultar cómo las había estafado.

La segunda, Discusiones, es quizá la más personal hasta el punto de que aparecen datos biográficos de la autora que nunca había leído en ningún otro texto. Hay crítica de un tipo de turismo o también de los excesos que a su juicio se cometen en defensa de la salud.

La tercera, Sobre el periodismo, está dedicada a dar su visión de qué es el periodismo a través de cinco textos de los que el último, una conferencia en México en 2018, me parece uno de los más interesantes del libro; como también lo es la conferencia con la que lo abre, dictada en 2017 en Buenos Aires, Mi diablo, en la que explica muy bien y con gran cantidad de ejemplos cuál ha sido no solo su trayectoria profesional sino sus principales influencias.

Creo que con este breve muestrario de lo que contiene el libro ya sería suficiente, pero es que, además, y como siempre pasa con Guerreiro, si importante es lo que cuenta tan o más importante aún es cómo lo hace y qué método utiliza para obtener la información porque creo que esto es, al menos en parte, lo que explica su forma. Hablando sobre los perfiles, dice en un momento determinado:

“La pregunta, claro, es cómo se hace.

La respuesta es que no sé pero que, en todo caso, me sirve aplicar curiosidad, derrochar paciencia y cultivar discreción: preguntar como quien no sabe, esperar como quien tiene tiempo y estar allí como quien no está”. (p. 547) 

Esto se puede apreciar si uno se fija detenidamente en cada uno de los perfiles que hace, pero lo relevante es que el lector no se da cuenta de su “no presencia” y, contradictoriamente, está al tanto de que está allí junto al protagonista obteniendo todo lo que puede para componer ese perfil y mostrárselo lo más completo posible al lector.

Es llamativa la poca presencia que tienen en sus libros las referencias a la situación política tratándose de Argentina y de escritos hechos muchos de ellos  en periodos de gran convulsión. Imagino que la autora quiere que así sea para no complicar la recepción en un país tan polarizado políticamente como el suyo. Desde luego, yo que soy alguien muy interesado por la historia y la política argentina lo prefiero así.

De los libros publicados de la autora solo tengo pendientes el último,  Teoría de la gravedad, que recopila sus columnas en El País que aunque leeré no tengo demasiadas esperanzas puestas en él porque a mí de esta escritora me interesan los textos extensos de largo aliento y no esas dosis homeopáticas; y también me falta el primero que publicó, Los suicidas del fin del mundo, totalmente agotado y que espero que alguna editorial se anime a reeditarlo porque tiene que ser muy interesante. (Acabo de buscar en internet y veo que está en Tusquets.)

Si digo que es una escritora muy recomendable, me quedo muy pero que muy corto. Creo que junto a su compatriota Martín Caparrós, al que por cierto cita varias veces como maestro, componen una dupla de escritores que están ofreciendo un periodismo de los mejores, si no el mejor,  en lengua castellana.

 

Leila Guerrriero, Frutos extraños


 

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