jueves, 16 de septiembre de 2021

Gran periodismo

Anderson es uno de los grandes periodistas desde hace ya bastante tiempo. Este es el tercer libro que leo de él. Me impresionó en su día La caída de Bagdad por lo bien que contaba todo y porque se comprometía en sus opiniones. Luego leí otro interesante sobre la herencia colonial en África y más recientemente una colaboración en un libro sobre Cuba editado por Leila Guerriero.

Este, dedicado a un fenómeno tan importante y significativo de una época del siglo pasado, es una pena no haberlo leído hace tiempo. Se publicó en inglés en 1992 y en esta edición en 2018. Digo que es una pena, porque hoy se lee ya como un texto de historia aunque haya un par de casos que sigan casi igual que cuando se hizo el libro.

El autor dedicó más de tres años entre 1988 y 1992 a visitar y convivir con cinco movimientos guerrileros: el FMLN en El Salvador, El Frente Polisario en el Sáhara, el grupo étnico de los Karen en Birmania, los muyahidines en Afganistán que luchaban contra el gobierno apoyado por la URSS y, en un caso un poco diferente, en Gaza con participantes en los enfrentamientos con Israel en la primera intifada.

A lo largo de los siete capítulos en los que ha dividido el texto, Anderson va explicando los diferentes aspectos de esos movimientos: los motivos de su creación, sus formas de vida en las duras condiciones en las que se encuentran, la financiación, la forma de hacer la guerra, los sistemas de justicia que han ido creando, las relaciones afectivas y el papel que juega la religión.

Es muy interesante observar las enormes diferencias que existen a veces en algunos de estos aspectos entre los diferentes grupos.

Como se puede apreciar se trata de una información muy completa para lo que se basa en lo que va viendo con su presencia entre los guerrilleros, pero también en lo que va conociendo a partir de entrevistas con diferentes miembros de la guerrilla, tanto dirigentes como simples “soldados”, en las que hablan de sus experiencias, sus intereses, sus vacilaciones, sus ilusiones, etc.

De todo ello sale una visión bastante completa de un tipo de movimiento que, aunque relativamente minoritario en cada territorio, tuvo gran importancia y resonancia desde los años sesenta del siglo xx.

Unos grupos formados por hombres y mujeres de los que dice Anderson en el fragmento que cierra el libro:

“Al final, todos los guerrilleros son cruzados, personas imbuidas de la creencia de que hay cosas por las que vale la pena morir. Y, sea lo que sea en lo que creen –el islam, el cristianismo, la “democracia”, el marxismo-leninismo o, simplemente, un mundo donde se diferencia lo bueno y lo malo-, luchan por realizar unos ideales más grandes que ellos mismos. Mientras tanto, en su lucha, los propios guerrilleros han adquirido unas dimensiones más grandes que la vida: son los santos, los dioses y los mártires en un mundo de su propia creación”. (p. 319)

Es interesante, por lo que supone de buena síntesis, la opinión que recoge de un guerrillero salvadoreño:

“- Somos como sacerdotes, célibes, aunque no porque queramos serlo; pobres, aunque no debido a los votos; y hemos aceptado la obediencia… porque a causa de la guerra, tenemos que hacerlo”. (p. 79)

En esta edición española hay un interesante Epílogo en el que Anderson actualiza la situación de los diferentes grupos. Así, podemos ver cómo hay grupos que incluso han llegado al poder a través de las elecciones como sucede en El Salvador, otros que prácticamente han desaparecido como los Karen birmanos y otros que continúan su lucha porque el conflicto no se ha resuelto como pasa en el Sáhara o Gaza.

Quizá hubiese sido interesante acompañar la edición con algún mapa sobre todo en los casos de El Salvador y Birmania porque no resulta fácil hacerse una idea del territorio que describe el autor.

Una libro recomendable aunque haya perdido parte de su gran interés al perder actualidad.

 

Jon Lee Anderson, Guerrillas. Traducción María Tabuyo y Agustín López Tobajas.

 

 

 

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