sábado, 4 de septiembre de 2021

Historia(s) del Tour de Francia



Hace apenas unos días comentaba en el blog Los sótanos del mundo, el libro por el que he conocido a este magnífico periodista y ya decía en el comentario que había empezado a leer este dedicado a la historia del Tour (se puede obviar lo de Francia porque “le Tour” no puede ser otro).

Dice Carlos Arribas en el Prólogo:

“La mirada de Ander Izagirre, ladrón fugaz de decenas de vidas de ciclistas, de sus recuerdos, la mirada con la que da vida, palabra, imagen, a decenas de momentos del Tour de Francia, es la mirada voluntariamente ingenua de la fascinación. Es la única mirada que admite el ciclismo  considerado como una pasión”. (p. 7). 

Y desde luego si algo rezuma cada página del libro es la fascinación y la pasión que por ese deporte siente el autor quien, por cierto, lo practicó de joven a nivel prácticamente profesional. No sé si al dejarlo se perdió algo importante el ciclismo, pero sí que lo ganó el periodismo.

No he sido un gran aficionado al ciclismo, pero sí que he visto innumerables finales de etapa retrasmitidos por la televisión, sobre todo en la época en que se cortaba la imagen a cada rato en las subidas a los puertos máxime si había algo de niebla. De todas formas sí tengo el suficiente conocimiento para que todos los nombres que aparecen desde finales de los cincuenta me resulten conocidos y algunos incluso familiares.

En mi infancia y adolescencia uno de nuestros juegos favoritos era reproducir las carreras ciclistas. Para ello, con las chapas de las botellas de cerveza y refrescos, elaborábamos nuestros “ciclistas” con su correspondiente foto y los colores del equipo. Luego, construíamos los circuitos bien en la tierra de un parque, dibujándolo con tiza en la calzada o aprovechando el borde de las aceras. Horas y horas de juego y clasificaciones que incluían el premio de la montaña. De ahí surge mi posterior afición a ese deporte. Por cierto que en esa época fui acérrimo seguidor del equipo Kas dirigido por Dalmacio Langarica que no recuerdo ahora haberlo visto en el libro.

Volviendo al texto de Izagirre tengo que decir que es un libro muy entretenido, aportando datos muy curiosos, enormemente divertido en algunas de sus anécdotas, emocionante también en algunos momentos y a partir de algunos personajes, y siempre escrito con mucha agilidad y buena escritura. Evidentemente un placer para aficionados a este deporte, pero creo que incluso puede disfrutar quien no lo sea demasiado.

Me limitaré a poner algunos ejemplos: antes de plantear la subida al Tourmalet la probaron en coche; un ciclista francés, Lapize,  llamó asesinos a los organizadores de la prueba; otro ciclista, Walkowiak, se arrepintió de ganar la carrera; retrata magníficamente la rivalidad, no exenta de camaradería a veces, de Bartoli y Copi; aparece también un Anquetil muy desconocido para mí (era el ídolo de casi todos mis amigos; uno llamaba a su bicicleta “anquetila”) y entre todas las anécdotas me quedo con la de El Cojo, un ciclista de Bilbao que se presentaba en las salidas sin nada para avituallarse (en esa época esto corría a cargo de cada participante), pero que había dejado cazuelas de bacalao a lo largo del recorrido o, también, que iba a París en bicicleta para participar en el Tour, lógico siendo de Bilbao, aunque también lógicamente terminaba abandonando y, por último, también relata muy bien algunas de las carreras tanto de Delgado como de Indurain.

En fin, un libro muy variado y del que se sale más aficionado que antes de su lectura. Hay otro sobre el Giro del mismo autor, pero no me animo porque es una carrera que apenas he seguido. Eso sí, insistiré en otros trabajos suyos.

Quien quiera más informaciones puede acudir a la buena reseña que hay en varadoenlallanura.blogspot.com

 

 

Ander Izagirre, Plomo en los bolsillos. Malandanzas, fanfarronadas, traiciones, alegrías, hazañas y sorpresas del Tour de Francia.

 

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