miércoles, 8 de septiembre de 2021

Relectura (casi) obligatoria


Dentro de la “campaña” de relectura que emprendí hace unos meses no podía faltar un texto de uno de mis escritores favoritos. No he tenido ninguna duda a la hora de seleccionar cuál debía ser ya que, a pesar de los casi veinte años transcurridos de su primera lectura, recuerdo el impacto que me causó siendo alguien que tiene una memoria bastante penosa.

Zweig es un escritor realmente magnífico y uno de los intelectuales importantes de su época. Ambas cosas se ponen de manifiesto en este libro que, por cierto, ha tenido y sigue teniendo mucho éxito en nuestro país.

Dice el autor en el segundo párrafo del prefacio:

“Nada más lejos de mi intención que colocarme en primer término, a no ser que se me considere como un conferenciante que relata algo sirviéndose de diapositivas; es la época la que pone las imágenes, yo tan solo me limito a ponerle las palabras; aunque, a decir verdad, tampoco será mi destino el tema de mi narración, sino el de toda una generación…”. (p. 9) 

Y es uno de los aspectos más relevantes del libro. Aunque aparezca como memorias y pudiera parecer algo casi exclusivamente personal, es cierto que lo que se conoce más que su propia trayectoria, que también, es la de toda una generación.

El libro está dividido en 16 capítulos que siguen un orden cronológico. Yo lo dividiría en tres partes diferentes en la extensión y el tratamiento. En los primeros capítulos escribe sobre su infancia y juventud, última década del siglo XIX y primera del XX, y en ellos hace muchas e interesantes comparaciones en cómo eran algunas cosas en esa época y cómo han evolucionado para ser tan diferentes en el momento en que escribe (año 1941). Así, por ejemplo, lo hace con la enseñanza, la sexualidad o la prostitución entre otros temas. (He de decir que esto me ha llevado a hacer algo parecido en mi experiencia y he encontrado bastantes similitudes aunque haya muchos años de diferencia, pero es que nuestro país ha sufrido un atraso brutal en gran parte del siglo pasado). A continuación, en lo que constituye el núcleo del libro, Zweig relata sus experiencias en diferentes lugares. Así, en Berlin, Zurich, París o Londres en los que vivió cierto tiempo, o en Rusia (la URSS), Estados Unidos o Sudamérica a los que viajó de forma puntual. Aquí nos presenta a muchos escritores, intelectuales y políticos con los que tuvo relaciones como Theodor Herzl, Walter Rathenau, Romain Rolland, Rilke o Gorki, entre otros. En la tercera y última se centra sobre todo en lo que estaba pasando desde la llegada de Hitler al poder y es la parte del texto más reflexiva y menos narrativa. En ella siguen apareciendo personajes de la relevancia de Freud o Richard Strauss.

Por lo dicho, se puede deducir que es muy poco lo que cuenta sobre su obra y menos, apenas alguna frase, sobre su vida privada. Lo primero es una lástima porque las pocas referencias que salen son muy interesantes para quienes hemos leído casi todos sus libros traducidos. Sobre lo segundo hay varias biografías que inciden mucho en ello.

Es importante conocer las circunstancias en las que Zweig escribe el libro, pues como afirma también en el Prefacio:

 “Lo escribo en plena guerra, en el extranjero y sin nada que ayude a mi memoria. En mi habitación de hotel, no dispongo de un solo ejemplar de mis libros, ni de apuntes, ni de una carta de amigo”. (p. 15) 

Hay que tener muy buena memoria para relatar muchas de las cosas que cuenta, pero, por otro lado,  el carecer de documentación creo que tiene la ventaja de llevarle a centrarse en aspectos más fundamentales y a hacer reflexiones más personales.

El libro está todo él atravesado por su liberalismo (burgués) y su pacifismo consecuente este con su cosmopolitismo. Es una versión de la época que, lógicamente, admite matices, pero que está hecha con enorme sinceridad y, como no podía ser de otra forma, extraordinariamente escrita, con ese estilo tan característico del autor.

Evidentemente, en un libro tan extenso, 546 páginas, hay momentos para todo aunque todo resulta muy interesante. A mí me han llamado la atención algunas cosas concretas por razones muy diferentes. Así: lo magníficamente que están reflejados los momentos de inicio de la I Guerra Mundial en Austria y también la inmediata posguerra; me ha parecido muy interesante lo que escribe sobre las razones de su éxito (de alguno de sus libros se vendieron 20.000 ejemplares el primer día); también los ejemplos que da de su amplísima colección de manuscritos; desde otro punto de vista, resulta curioso y de alguna manera intrigante el gafe que pareció perseguirle al principio con sus obras de teatro, ya que tres grandes actores murieron antes de llegar a estrenarlas; y, finalmente, lo que comenta sobre la guerra civil española, a raíz de su breve estancia en Vigo camino de América, me parece que refleja muy bien su forma de pensar.

En fin, creo que es uno de esos libros importantes de los que, además de disfrutar de la simple lectura, se puede sacar más de una enseñanza.

Hay una buena reseña en leeresvivirdosveces.com

 

Stefan Zweig, El mundo de ayer. Memorias de un europeo. Traducción J. Fontcuberta y A.Orzeszek.

 

 

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