martes, 30 de mayo de 2023

Una magnífica idea


Izagirre es un escritor y periodista ciertamente original. Lo conocí leyendo su libro sobre las grandes depresiones de la tierra y luego el que dedicó al Tour de Francia. Dos temas bien diferentes, pero en ambos llama la atención la capacidad de interesar al lector con lo que cuenta y con su gran capacidad narrativa.

Esta vuelta en bicicleta al País Vasco es otro buen ejemplo de lo mismo. A lo largo de los 18 capítulos en los que ha dividido el texto, Izagirre, partiendo de Getaria, se desplaza hacia el oeste por la costa hasta Santurtzi para desde ahí penetrar en el interior hasta Vitoria, Andoain o Pamplona, desde donde se dirige hasta Biarritz para retomar de nuevo la costa para regresar al punto de partida.

En este viaje se habla mucho del que tuvo lugar en el siglo XVI con el protagonismo de Elkano en la primera vuelta al mundo porque le sirve sobre todo para remarcar la idea que preside todo el libro de que los vascos han sido principalmente un pueblo de marineros, una sociedad construida mirando al mar y en torno a él.

Izagirre ha escrito un libro que si resulta tan interesante es porque es una mezcla, o mejor una combinación, de libro de viajes con reportaje, narración de sucesos históricos, sociología o antropología, con la introducción de vez en cuando de algunas reflexiones personales como, por ejemplo, las que reproduzco a continuación:

 

“Si ahora Añana sobrevive y no se termina de despoblar es, en parte, porque existen consumidores dispuestos a pagar cien veces más por las exquisitas escamas de sal (a 25 euros el kilo) que por la vulgar sal de mesa (a 25 céntimos el kilo). Añana sobrevive porque algunos se permiten el lujo. Y esto a mí me desconcierta bastante”. (p. 172)

“Sé que hay lujos obscenos. También sé que solemos poner el listón del comportamiento aceptable justo en lo que hacemos nosotros”. (p 174)

“Los pescadores se exponían a la ola de Belharra porque no tenían otra manera de llevar comida a casa, los surfistas se lanzan porque quieren jugar. Somos gente afortunada”. (p. 282)

 

Para darse cuenta del enorme caudal y variedad de temas e informaciones que ofrece al autor a lo largo de las casi 400 páginas del libro, basta ver la siguiente relación de algunos de ellos: la minería del hierro, las salinas (la de Añana de la cita), los caseríos (con especial atención a la sidra), la bajada de la madera, la pesca del bacalao en Terranova o de las ballenas en la costa vasca, los judíos en Baiona, los corsarios vascos, las traineras, la presencia de inmigrantes en Irun, las olas gigantes en Belharra (también presente en una cita anterior), los senegaleses en Ondarroa (marineros en barcos de pesca) o, para no hacer la lista demasiado larga, la explicación de la hidalguía histórica general de los vascos.

Todos estos temas muy bien documentados y, sobre todo, magníficamente narrados con la agilidad de un buen periodista, pero también con la profundidad que permite un reportaje extenso y, no podía faltar, con un buen sentido del humor cuando el tema lo requiere.

Al final de la lectura se acaba con la idea de que hay que ir a conocer muchos de esos lugares y, como es mi caso, si algunos ya se conocen, hay que volver para verlos con otra mirada.

Tengo que reconocer que he tenido este libro varias veces en las manos en la librería y me daba un poco de pereza; encontraba que eran muchas páginas para un territorio tan reducido. Un error. No sobra nada, al revés, he echado en falta un mapa más detallado que el que se ha incluido en esta edición y, sobre todo, unas cuantas fotos y algo de la bibliografía utilizada.

Una lectura muy recomendable de la que se sale entre otras cosas con una visión bastante completa de cómo son las gentes de ese territorio.

Hay una reseña muy completa de Juan Ignacio Pérez Iglesias en juanignacioperez.net.

Ander Izagirre, Vuelta al  país de Elkano.

 

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