viernes, 2 de diciembre de 2016

Aventuras, reales, en la zona ecuatorial



“Uno no está muy seguro de admirar a esos hombres, a Brazza o a Savimbi, a Stanley o a Guevara. Uno los envidia un poco, es cierto. Por haber creído que era posible forzar la Historia marchando siempre hacia delante en medio de la selva. Se siente menos respeto espontáneo hacia los sedentarios. Seguramente estoy equivocado. Uno debe de ser más sabio cuando se dedica a cultivar su jardín, a clasificar su biblioteca. A uno le gustaría poder detestar a todos esos promotores de convulsiones devorados por la inquietud. Ciertamente, no lo consigue.” (p. 299)

Efectivamente, no solo no lo consigue, sino que dedica sus libros a explicar lo que hicieron y los convierte en un homenaje, muy particular y personal, pero en cualquier caso un homenaje a esos grandes aventureros.
Este es el tercer libro que leo de Deville, pero fue el primero de los tres que escribió y marca de alguna manera lo que serán los otros.
Con su habitual estructura fragmentaria y sus constantes cambios temporales va describiendo los viajes sobre todo de Brazza en la zona ecuatorial, aunque también aparecen varias veces Stanley y otros  que se movían por los mismos lugares con parecidos objetivos.
Además de los exploradores citados vemos aparecer en el libro a escritores como Celine, Verne y, sobre todo, Conrad; a políticos como Agostinho Neto, Jonas Savimbi, Mobutu o, sobre todo, El Che; e incluso a un empresario como Louis Vuitton; entre otros muchos, claro.
También vamos a vivir aventuras en el siglo XIX y, aunque diferentes, en 2006, momento en el que Deville -suponiendo que sea así en realidad- viaja a la zona para recorrer los mismos espacios que recorrieron aquellos sobre los que va a escribir, y asistir a la inauguración del mausoleo que se erige en el Congo en memoria de Brazza. Curiosa historia por cierto la de los entierros de este explorador italiano con pasaporte francés pues fue enterrado en París, trasladado posteriormente a Argel, para terminar en Brazzaville.
Deville construye, una vez más, un texto con una gran capacidad evocadora (de ahí viene mi frase anterior de “vamos a vivir”), nos da a conocer temas interesantes y, por encima de todo, disfrutar de una lectura que se convierte en adictiva.
En cada capítulo, y casi en cada página, podemos encontrar cosas curiosas e interesantes. Algún ejemplo: el peculiar golpe de estado en Sao Tomé, la historia de un mercenario que tras combatir en diferentes lugares de África termina de ministro de Cultura, la descripción de los campos de refugiados o las reacciones en el Congo ante la construcción del mausoleo mencionado.
En fin, otro magnífico libro de un magnífico escritor y contador de historias siempre muy documentadas y con multitud de personajes reales e imaginarios (si bien estos nunca se sabe muy bien cuáles son). Solo hay algo criticable y es que hubiera sido muy útil acompañar la edición con un mapa de la zona y, sobre todo, reproducir alguna de las fotografías que comenta.
Absolutamente recomendable.
Hay dos buenas reseñas, la de Alberto Manguel elpais.com y la de Germán Gullón en elcultural.com.


Patrick Deville, Ecuatoria

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