jueves, 19 de diciembre de 2019

Decepcionante



En distintas ocasiones y en diferentes lecturas he visto el nombre de esta activista y escritora, pero no me había fijado nunca en ningún libro suyo. Vi este por casualidad el otro día y me interesó el tema tal y como lo contaban en la contraportada.
Cita Nuria Azancot, en su reseña en elcultural.com, a nada menos que Hanna Arendt y su opinión sobre el libro: «auténtica delicia para cualquier lector libre de prejuicios y con sentido del humor».
No me tengo por alguien con demasiados prejuicios, menos aún en este tema,  y creo que tengo bastante sentido del humor, pero si algo no me ha parecido esta novela es precisamente “una delicia”.
En sus algo más de 150 páginas, McCarthy arremete y se mofa de un grupo de gente, creo que son unos cincuenta, que se van a un hotel en la montaña para montar una Utopía. Distingue dentro de ellos a dos grandes grupos: los realistas y los puristas, parece ser que ambos encabezados, según cuenta Vivien Gornick en el Prólogo, por personajes creados a imagen y semejanza de otros reales y cercanos a la autora. Hasta aquí nada que objetar; de hecho en las primeras páginas he estado atento y centrado en lo que me contaba y en cómo planteaba las cosas. Fruto de ello es la elección de estos dos fragmentos como buenos ejemplos de esa ironía o más bien sarcasmo:

“ (…) la señora Macdermott, a diferencia del resto de los colonos había nacido en la alta sociedad neoyorkina y, a pesar de que su afable disposición y su tendencia a identificarse con los menos afortunados habían dado a su figura menuda y a sus rasgos bonitos y delicados ese aspecto oprimido e incluso menesteroso tan común entre las mujeres caritativas, seguía expresándose con la seguridad de quien ha disfrutado de determinadas ventajas; la cuchara de plata tintineaba en su boca cada vez que hablaba en contra de los privilegios.” (p. 36)

“ (…) se preguntaban qué habría dicho Monteverdi, El Fundador, de haber podido contemplar el desfile de coches bien provisto de whisky, latas y anticonceptivos, que subía la sinuosa pendiente del No-Lugar con los papeles en perfecto orden.” (p. 53)

El problema que he tenido es que enseguida me he empezado a aburrir soberanamente y he empezado a leer sin prestar demasiada atención. Los escasos debates son tan etéreos y fuera de la realidad que no se terminan de entender y menos aún los comportamientos de varios de los personajes que aparecen. Si lo que quiere decir McCarthy es que sus amigos se fueron de pícnic como si eso fuera revolucionario, lo podría haber contado de otra manera.
Por ejemplo, recientemente he leído una crítica en parte parecida en la magnífica novela de Cristina Morales Lectura fácil. No paré de reírme y me pareció mucho más dura y  profunda la crítica que la que se hace en este librito.
En fin, no me ha gustado, me ha aburrido, no me ha interesado más allá del primer tercio de la obra. Sin embargo, las dos reseñas que he encontrado tienen una opinión bien diferente. Por un lado, la ya citada y por otro, la que hace Montuenga en unlibroaldia.blogspot.com. A ellas remito a quien quiera conocer más y mejor el contenido del libro.


Mary McCarthy, El oasis. Traducción Raquel Vicedo.

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